Este robusto perro proviene de la región de Flandes, en Bélgica y es usado como pastor, guardián, perro de rastreo o mensajero. Existen dos teorías acerca de su origen, una dice que desciende del "Perro de las Tuberas" (un perro salvaje que fue domesticado con el tiempo) y la otra, que habría sido llevado en el siglo XVI a Flandes, por los españoles. Los especialistas, creen que durante el siglo XIX, este perro fue cruzado con Barbet o con el Pastor de Picardía.
Su espeso pelaje puede encontrarse en variados colores, desde el café claro hasta el negro, pasando por varios tonos de gris, sal y pimienta y chocolate.
Si hay algo que lo destaca, es su poderosa cabeza que luce una hermosa barba y bigote. A pesar de su gran tamaño, llegando a medir hasta 69 cm y pesar unos 45 kilos, es un perro muy ágil.
Su carácter de pastor lo demuestra incluso con su familia, en especial con los niños, con los que se demuestra muy protector. Por supuesto, también como todo perro de estas características, requiere de mucho ejercicio y espacio, por lo que es recomendable que si no dispones de un patio grande, lo saques a pasear por lo menos dos o tres veces por día, para que gaste energías.
El Boyero de Flandes, también es tierno, reflexivo y muy inteligente. Se recomienda que, aprovechando estas características, se entrene desde temprana edad y que no permanezca mucho tiempo solo, ya que no le gusta y se puede volver un tanto destructivo en esta situación.
A pesar de que goza de muy buena salud en general, puede presentar los problemas comunes entre las razas de perro grandes, por ejemplo, displasia de cadera, torsión gástrica o cataratas. Sin embargo, con el control periódico de un veterinario, no debiera presentar grandes problemas.
Si quieres que uno de estos hermosos perros pase a ser parte de tu familia, debes tener en cuenta que hay que dedicarle tiempo para tener un excelente compañero para tu familia, del que seguro te enamorarás.