Síndrome de wobbler es un término que define a diversos padecimientos de la médula espinal, que provocan inestabilidad cervical, debido a la compresión progresiva de la médula.
Este síndrome afecta mayormente a las razas grandes y gigantes de perros, donde se presentan hipertofias, estenosis y enfermedades degenerativas articulares que llevan al animal afectado a presentar un arrastre en sus patas traseras, inestabilidad al caminar y cierta dificultad al incorporarse.
Razas como el gran danés y el dóberman son las más propensas a padecer el síndrome de wobbler, se dice que al menos del 50% de los diagnósticos corresponden a estas dos razas de perros. Otros perros con tendencia a presentar esta enfermedad son los rottweiler y basset hound.
Se asocia a este padecimiento la sobrealimentación y suplementación con calcio durante el primer año de vida de los cachorros, aún así, no hay pruebas de que una alimentación adecuada sea capaz de prevenir este conjunto de enfermedades, ya que primaría el factor genético.
Ante cualquier sospecha de este síndrome, es necesario acudir con prontitud a un especialista, quien junto con practicar un examen físico al animal, ordenará radiografías cervicales, mielografías y análisis de fluidos espinales para lograr el diagnóstico. Con estos exámenes, se confirmará o no el padecimiento y se localizará la lesión para dar tratamiento.
En la mayoría de los casos se recomendará practicar una cirugía para descomprimir y estabilizar la columna, sin embargo, los cuidados post operatorios requieren alto compromiso por parte de las personas a cargo, por ser largos y demandantes.
Algunos de los cuidados que el perro requerirá son ejercicios, masajes, hidroterapias, especial atención sobre la piel, que se debe mantener seca y limpia para evitar heridas e infecciones. Además se le debe otorgar una cama blanda y cómoda donde dormir, ayudarle a cambiar de posición y propiciar una alimentación e hidratación adecuadas según las indicaciones médicas. En el mejor de los casos, estos cuidados pueden durar alrededor de 3 meses pero, podrían extenderse por sobre el año, debido a esto, es primordial informarse bien sobre los cuidados que el perro requerirá para llegar a recuperarse satisfactoriamente.
La buena noticia, es que el índice de recuperación con cirugía es bastante alto, pudiendo quedar totalmente normales o presentando pequeñas evidencias al caminar o levantarse, sin que ello signifique un deterioro en la vida del perro, como si lo supondría dejar la enfermedad sin el debido tratamiento, ya que es una enfermedad degenerativa y como tal, va empeorando con el tiempo, siendo dolorosa y altamente incómoda para el perro afectado.
Es importante destacar que mientras antes se diagnostique el padecimiento, se puede alcanzar mejores resultados con la cirugía, por lo que es importante acudir al veterinario ante la mínima sospecha, sobre todo, si se trata de perros dóberman y gran danés que, como decíamos anteriormente, son las razas más afectadas.
Imagen CC pato garza