La primera vez que vi a "Los Pachucos" supe inmediatamente que debía hacer algo. Ellos vivían en la calle junto a otros indigentes y se ubicaban muy cerca del sector Franklin (Santiago de Chile). Eran dos hermanos que se dedicaban a juntar algo de dinero cantando en las micros y en la calle. Yo andaba en un curso de fotografía cuando llegué al lugar y los vi. Tenían muchos perros y uno de ellos se llamaba "Yerko", el cual tenía un ojo gravemente herido. Ahí comenzó esta historia....así conocí a Luchín.
Difundí el caso y se sumaron distintas personas dispuestos a ayudar a Yerko y a los otros perros, así sin conocernos formamos un lindo grupo que tenía solo una cosa en común, el amor por los animales. Luego de una intervención quirúrgica, a Yerko le extirparon su ojito y nunca más se nos volvió a acercar (eramos su peor pesadilla). Pero seguimos visitando a "Los Pachucos" y asistiendo a sus perros. Con nuestras visitas aumentó el abandono de animales en ese sector y así, entre muchos animalitos, conocimos a Luchín y sus dos hermanos. Luchín era de una camada de tres cachorros mestizos que rápidamente fueron cobijados por nuestros amigos y atendidos por nosotros. Sin embargo, cada semana que íbamos nos enterábamos de que un cachorro había fallecido atropellado, a pesar de nuestros esfuerzos para que fueran adoptados. Cuando solo quedaba Luchín decidimos, sin tener medios ni un lugar, sacarlo de ahí e intentar encontrarle un hogar definitivo.
Luchín vivió en clínicas veterinarias, en hogares temporales pagados con mucho esfuerzo por nosotros ( ya en ese tiempo solo quedábamos dos personas de cinco) y luego, cuando ya se disolvió completamente el grupo, pasó a vivir en el refugio de una agrupación donde lo visitaba constantemente a pesar de quedar en un sector casi inaccesible si no ibas en locomoción. Fielmente caminaba todos los kilómetros que nos separaban y lo visitaba en este refugio donde compartíamos gran parte de la mañana. Nuestro saludo era simplemente abrazarnos. Así fueron estos 6 años desde que lo sacamos de la calle. Siempre juntos y soñando que algún día yo pudiera llevarlo a NUESTRO hogar. El lazo que teníamos era hermoso.
Un día me cuentan que hay una familia interesada. Una de las niñas que visitaba a los perritos se había enamorado de él y quería adoptarlo. Pero la política del refugio era desligarse de él una vez que su adopción estuviera cerrada y segura. No alcancé a despedirme. Llegué como siempre al refugio y él ya no estaba. Lo habían adoptado y se había ido a su nuevo hogar. Lloré como niña, más que nada por demorarme en poder entregarle un hogar y porque no pude despedirme. Sin embargo, mientras duraba el seguimiento que hacía el refugio, recibí un par de fotos de él en su nuevo hogar. Estaba feliz, junto a dos niñas y una linda mujer. La casa era grande y tenía un verde jardín. Hasta el día de hoy (ya han pasado más de dos años) sueño con él, lo recuerdo y me emociono cuando cuento la historia. Daría lo que fuera por volver a verlo, pero a pesar de mis peticiones, no puedo recibir información de su nuevo hogar. Lo único que me deja en paz es que esta agrupación es confiable y sé que Luchín quedó en un lindo hogar.
Quizás no cambiarás el mundo ayudando a un animal, pero a ese animal le cambiarás su mundo.