A muchos nos ha pasado que vemos un animal en la calle y sentimos una conexión inmediata. Algo así como un amor a primera vista. Eso fue lo que me sucedió con Paloma, una perrita que encontré afuera de una estación de metro. Fue raro, porque parecía perdida, así como muchos animalitos de Santiago. No presentaba ningún tipo de enfermedad ni debilidad, pero mi conexión fue tal, que decidí recogerla con el objetivo de esterilizarla. Recuerdo que una señora, que también observaba a Paloma, advirtió mi intención de recogerla y me donó $10.000.
Me llevé en brazos a Paloma hasta mi casa, sin embargo, me cerraron la puerta en la cara. No podía quedarse ahí. No obstante, logré dejarla un par de días escondida en mi pieza hasta encontrarle un hogar temporal y esterilizarla. Durante ese tiempo, me encariñé mucho con ella. Era una perrita muy tranquila y cariñosa. Ideal para cualquier tipo de familia, además era muy bonita. Recuerdo que un día se escapó de mi pieza y llegó hasta el antejardín. Fue en ese momento que el esposo de mi madre, a quien no le gustan mucho los animales, la vio y rápidamente la echó de la casa pensando que quizás era un perro callejero que se había entrado a nuestra casa. Yo no dije nada, pues él no sabía que Paloma había estado viviendo en mi dormitorio durante dos días. Salí inmediatamente a buscarla, pero no estaba en ningún lado. Pensé que la había perdido para siempre y me sentí muy culpable por haberla abandonado como quizás ya lo habían hecho antes con ella. Pero después de tanto buscarla por los alrededores al fin apareció rodeada de otros perros.
Debido a esa situación mi mamá logró conseguir un hogar temporal con un caballero que cuidaba autos. Recuerdo que fuimos con mi madre a dejarla y cuando llegué a su casa me enteré que ni siquiera vivía en una casa, sino en una pieza muy diminuta con muchos objetos peligrosos alrededor. No tuve más remedio que dejarla ahí, pero me sentí horrible. Ella, sin embargo, quedó muy contenta, pues era cariñosa y se adaptaba a cualquier situación por muy compleja que fuera.
Luego de un día, el caballero me llamó molesto para que fuera a buscar inmediatamente a Paloma, pues le había roto un zapato. Para mi alivio, ese mismo día le había conseguido otro hogar temporal. Paloma estaba muy exaltada y estresada, pero no abandonaba su expresión alegre y optimista.
Paloma estuvo alrededor de tres días con Kathy, una amiga cercana, hasta que al fin le pude conseguir un adoptante. Sin embargo, el problema era que querían a Paloma como "regalo" situación que no me convencía mucho. Como era de esperar, la adopción no se concretó, ya que la persona que la recibiría como "regalo" no la quiso. Debido a esto, nuevamente volvimos a quedar en la calle. Recuerdo que en esos momentos hubiera dado todo por tener una casa y adoptar a Paloma. Menos mal la señora, quien supuestamente iba a regalar a Paloma a su hermano, accedió a ser hogar temporal.
Durante ese tiempo la llevé a varias colectas, incluso nos echaron de una argumentando que le íbamos a quitar la oportunidad a otros perros, pero nadie se interesaba en adoptar a Paloma. Hasta que como por arte de magia apareció una familia hare krishna, muy tierna por lo demás: dos padres y dos pequeños hijos. Era la familia ideal. Lo que más nos gustó de ellos, a Paloma y a mí, fue que eran muy cariñosos y los hijos mostraban gran respeto por los animales. Por lo general, los niños son bruscos con los perros o gatos, sin embargo, en este caso no fue así.
Paloma se fue con ellos y tuvo una vida muy feliz, lejos de las calles. No me extrañó tanto, pues su nueva familia logró llenar todo tipo de vacíos. Aún así yo la extrañé mucho, pero sabía que estaría muy bien como lo merecía y como lo merecen todos los perritos inocentes que deben lidiar con los peligros de las calles.
Paloma era una perrita ideal, sin embargo, no lograba ser adoptada. Me sorprende que habiendo tantos animales en las calles, sufriendo hambre, sed y soledad, la gente esté dispuesta a gastar tanto dinero en comprar mascotas. Los animales no son objetos para ser mostrados a través de espejos. Ojalá algún día comprendamos que ellos también son seres vivos que merecen respeto y amor. Quizás ese día podamos comenzar a vivir en un mundo armonioso y lleno de paz.
¡Adopta no compres!