Entre un pastor alemán, un beagle, un pug o un quiltro chileno, yo me quedo con el quiltro chileno. Este tipo de perro es el fiel reflejo de la idiosincrasia del chileno promedio: bueno para sacar la vuelta, siempre anda peluseando por ahí, se las arregla para obtener comida, entre otras características.
Si bien somos un país que tiene mucho perro en las calles, es ahí donde surge la mezcla del quiltro chileno. Este can es callejero, sigue al que le conviene, se hace sus amigos en la calle y su historia es de esfuerzo, al igual que el chileno normal. Es de esfuerzo porque se las arregla para conseguir comida gracias a la buena voluntad de los amantes de los perros, es de esfuerzo porque sabe como capear la lluvia o el calor. Se pasea de un lugar a otro, pero siempre es fiel a un sector.
Los quiltros son buenos amigos, son fieles. ¿Por qué? Porque valoran el cariño y quieren que su mejor amigo se quede al lado de ellos por siempre.
En el 2013, una turista estadounidense se enamoró de un quiltro chileno de color chocolate. Gastó cerca casi US$2.000 para poder llevárselo a Seattle.
El año pasado un científico de la NASA que anda en nuestro país, también se enamoró de un criollito. Lo vio en Puerto Natales y lo quiso adoptar inmediatamente. Obtuvo hasta un permiso del SAG para poder llevárselo a Estados Unidos.
La esencia del quiltro chileno, criollo, mestizo, pastor araucano, cachupín o como quieran llamarlo, claramente se transmite, por algo extranjeros se han enamorado y adoptado perros de nuestro país.
¿Te gusta el quiltro chileno?