Siempre he sido una amante de los gatos, llegando incluso a tener 6 actualmente. Indudablemente tienen cosas muy buenas, son limpios, son juguetones, son independientes y son cariñosos. Aunque… tienen algo malo, eso es cierto: ¡Les encanta cazar!
Es por una de las aventuras de caza de mis gatos que obtuve a mi primera ardilla china. Los roedores antes eran un mundo desconocido para mí, no habiendo ni uno solo en mi hogar en razón de mis múltiples felinos.
Sin embargo, un día a Pumita, uno de mis gatos más cazadores, se le ocurrió entrar a la casa uno de sus trofeos: Lo que parecía ser un ratón al que pensaba matar, resulto ser una pequeña ardilla china.
Me di cuenta gracias a su rabo, ya que a diferencia de los ratones comunes, éstas no tienen cola. Además, su pelaje es mucho más largo y suele tener más de un color.
Impresionada y preocupada por el pobre animalito, corrí hacia Pumita para quitarle su presa. Con esfuerzo lo logré, y por suerte mi gato no le había hecho daño más que un rasguño que curamos a la brevedad.
Comencé rápidamente a publicar avisos y anuncios para saber si el pequeño roedor pertenecía a alguien, sin embargo no hubo respuesta. Sin saber qué hacer y un poco asustada por su seguridad (al ser dueña de tantos felinos) dejé que se quedara en mi casa unos días hasta que su amo apareciera.
Como era de esperarse, este nunca la reclamó, por lo que supongo que quizás esta ardillita era salvaje, o fue arrancada de algún nido. Hasta el día de hoy Lucky, como decidí llamarle, vive en mi hogar.
Increíblemente aprendió a convivir con Pumita y ahora incluso son amigos. Juegan a veces, aunque sea siempre separados por la reja de la jaula que protege a Lucky: La ardilla le huele y corre en la rueda mientras el gato se acerca y le hace juguetones movimientos con la cabeza.
Lograr eso no fue fácil, ya que para que ambos se acostumbraran a estar cerca debí vigilarlos durante varios días, acercándolos progresivamente para que poco a poco fueran conociendo sus olores para hacer que lo identificaran como uno familiar y no una amenaza. Con este acercamiento gradual Pumita y el resto de mis gatos, depredadores naturales de Lucky, fueron perdiendo el interés y ganando una actitud más neutral. Ahora incluso, ni siquiera se acercan a molestarlo, más que ocasionalmente cuando quieren olerlo o saber que su roedor amigo aún sigue ahí.