Para Anita Kranjc, ver un montón de cerditos camino al matadero, bajo un calor insoportable, fue motivo suficiente para ofrecerles agua en un gesto de compasión que seguro sería el primero y el último que tendrían en su corta vida. Pero, lo que sin duda fue un gesto humanitario, hoy es motivo de debate, pues Kranjc podría enfrentar hasta 10 años de cárcel o una multa de 2,500 libras esterlinas (unos 2,6 millones de pesos chilenos)
Hoy se debate en Ontario, Canadá, la suerte de esta activista, ya que, según las leyes canadienses, los cerditos son “cosas” y pueden ser transportados durante 36 horas seguidas sin alimento, agua o descanso. Kranjc, junto a un grupo de defensores de los animales, se apostaban por donde pasaban estos camiones repletos de chanchitos para darles algo de agua y frutas, a lo que los transportistas se quejaban, argumentando que estas actividades "ponen en riesgo a sus animales y además suponen un riesgo para la seguridad del camino".
Mucha gente ignora o prefiere ignorar la forma en que su carne es producida, y como la ven simplemente como algo abstracto, no logran visualizar el dolor que hay tras la industra de la carne. Una realidad que a muchos nos duele y molesta, pero que es la cruda verdad.
Por el momento se espera la decisión por parte de la corte canadiense respecto a la suerte que correrá esta valiente activista que, sin miedo a que la apresaran, se la jugó por brindarles un último gesto de amor a estos nobles animalitos.