Fanto es mi gato y claro, cualquier persona que tiene mascota dirá que el suyo es el más especial del mundo. Pero para nosotros, Fanto es lo más importante. Es parte de nuestra familia y como tal, hemos hecho de todo por permanecer juntos.
Fanto es adoptado, pero en su vida gatuna ha dado vueltas por varias casas hasta llegar a la nuestra. No sé si ya gastó muchas de sus vidas en otros hogares, lo que yo deseo, es que a pesar de que está viejito, le queden muchas más con nosotros.
Su historia en mi familia empezó en Venezuela en el 2002. Mi hermana se acababa de comprar una casa y quería adoptar un gato para la familia. Este gatito tan especial llegó a su casa ya gordito y mayor. De hecho, el nombre hace referencia a unos monos de TV donde había una mascota llamada Fantito (diminutivo de elefantito). Porque Fanto era así: gordito, grande, flojo y regalón.
En casa de mi hermana pasó varios años, hasta que ella se mudó del país y Fanto quedó en "custodia" de mis abuelos. Pensamos que por ser tan cariñoso y flojito, podía ser una buena compañía para la gente mayor. Pero llegó el momento en que mis abuelos se fueron del plano terrestre, pero Fanto quedaba. Corría el 2009 y yo ya vivía con mi pareja. Así que mi esposo y yo decidimos que Fanto debía seguir en la familia y fue entonces cuando llego a nuestro hogar.
Yo ya a Fanto lo quería mucho, pero estando en la casa se me abrió una vena gatuna que no pude cerrar. La primera noche recuerdo que lloró toda la noche pero ya al día siguiente estaba encontrando sus lugares favoritos para dormir y ronronear. La primera semana recuerdo que no quería ni salir de la casa para no dejarlo solo. Porque uno empieza a establecer una conexión que sólo los que tenemos mascotas entendemos y que los demás llaman locura. Es un amor profundo y bonito del que uno sólo recibe cariño (y mucho pelo).
En el 2012 surgió la oportunidad de mudarnos a Chile. La emoción de una nueva vida nos abrumaba pero también el temor de qué hacer con Fanto: mudarnos sin él no era una opción. Hicimos nuestras averiguaciones y gracias a Dios, Chile es un país donde podíamos traernos a nuestro amor peludo con la adecuada documentación. Una de las cosas que te piden es que tu mascota tiene que permanecer en "cuarentena" en un espacio del que no vaya a salir los primeros 40 días de su llegada. Y eso significó para nosotros mudarnos, dejar a Fanto con sus abuelos (es decir, mis papás) y buscarlo una vez teníamos departamento listo y alquilado. Esos meses de separación fueron duros, pero hasta Skype utilizamos para estar en contacto.
Ya Fanto vive aquí en Santiago con nosotros. Está viejito, un poco enfermo, gordito y más flojo que nunca. Se acurruca en el invierno y se sufre los veranos. Pero está con nosotros y cuando lo tocamos, ronronea y nos da amor. Muchos pensaron que era una locura el pensar en mudarse con un gato tan mayor, pero cuando uno tiene una mascota, siempre le verás la cara de guagua. Pasarán los años y Fanto siempre va a ser mi bebé peludo. Y si tengo que mudarme otra vez, espero que aguante otra vez el viaje. Porque Fanto es demasiado especial en mi vida para dejarlo atrás como un mueble viejo. Quien piense de esa manera, de verdad no ha amado a una mascota con todo su corazón.