Tener un perro es quizás el sueño más recurrente de cualquier niño, y nuestros padres siempre tratan de complacernos, al menos así fue en mi caso. Pero si bien el regalo fue para mí, siento que nunca me hice cargo de mi mascota realmente, más bien lo hicieron mi mamá y mi abuelita, ya que asumo que cómo niña estaba más preocupada de jugar que de cuidar un perro. Es por esto, que definiré a mi primer perro, como el que decidí tener ya de adulta, viviendo en mi propia casa, ese perro se llama Lukas.
Debo admitir que me encantan los perros grandes, siempre pensé en tener un San Bernardo, o un Pastor Alemán...pero muy por el contrario, mi primer perro fue un Poodle toy. Mi círculo cercano se rió mucho de mi en un comienzo ya que alardeé durante mucho tiempo con perros de mayor tamaño, pero la verdad, es que ese perrito de color negro (apenas se veían sus ojos!) y que con suerte cabía en la palma de mi mano me robó el corazón. Aparentemente los cuidados eran iguales a tener cualquier perro, pero un gran detalle que no consideré en ese momento, era lo frágil y delicados que son estos perros que de adultos no pesan más de 2 kilos.
Cuando llegó a mi casa, Lukas inmediatamente hizo un reconocimiento, pero no podía subirse a la cama, por ejemplo, y peor aún era bajarse de ella, generalmente era por una caída o un empujón accidental. Entre situaciones un tanto tragicómicas fue creciendo, con un carácter muy fuerte, dominante y creyéndose un gran perro, tenía que tener especial cuidado cuando lo sacaba a pasear, mañoso por naturaleza, a la primera oportunidad se enfrentaba a grandes perros en la calle y yo con terror lo tomaba en brazos para evitar que le hicieran daño. Con el tiempo, fui aprendiendo cosas propias de la raza, cómo que deben peinarse a diario, llevarlos a la peluquería para mantenerles el pelo corto, ya que al no pelechar en un par de meses era más parecido a una mopa sucia que a un perro fifi!. Otro dato muy importante era el cuidado de sus orejas ya que tienen una gran tendencia a generar otitis, con el tiempo limpiarlo fue casi rutina, pero por supuesto al principio no fue fácil.
A pesar de lo chistoso y trágico que fue aprender a cuidarlo sin lugar a dudas es el compañero más fiel que he tenido, jamás me deja sola, me acompaña a todas partes y siempre pero siempre me demuestra el gran cariño que me tiene y que por supuesto es totalmente recíproco. Lukas ya tiene casi 10 años y aún sale volando de la cama cuando muevo las sábanas, por supuesto él también aprendió y ahora salta y cae bien, siempre se cruza por las piernas y en más de alguna oportunidad lo pisamos, pero ni por un segundo me arrepiento de haberme enamorado de este pequeño que me miraba a través de un vidrio en una tienda de mascotas, simplemente mi instinto no falló y es parte de mi vida y de mi familia.
Es muy importante informarnos acerca de la mascota que queremos tener, si estamos preparándonos para ello, pero si obtenerlos es de manera espontánea y basándonos en un momento mágico ojalá tratar de aprender lo más que podamos para evitar, muchas veces por nuestra propia ignorancia dañarlos de alguna forma y siempre asesorarnos por un Médico Veterinario. Pero lo más importante es quererlos por sobre todas las cosas sin importar las sorpresas que nos encontremos después, que quizás no esperábamos. Ellos son como niños, inofensivos y solo quieren entregar y recibir cariño.