Tener una vecina abandonada por su familia, nunca es fácil. La historia que contaré a continuación, se trata de la importancia de los lazos que pueden llegar a formar las personas con sus mascotas. Mascotas que, en algún momento, se vuelven la única compañía. Y justamente eso era Pelusa para mi vecina, una compañera fiel e incondicional.
Es difícil contar la historia de alguien que ya partió. Y más aún, si lo hizo de manera solitaria. Sin embargo, me llena de orgullo conocer la vida de Pelusa, porque soy capaz de reafirmar la relevancia que los animales pueden llegar a tener en la vida de las personas. Mi vecina no tenía a nadie más, pasaba las tardes enteras regando sus plantas. Plantas que cuidaba con tanto cariño. Así pasaban sus días, con la rutina de siempre. Ya tenía edad avanzada, creo que 80 años. A pesar de eso, tomaba su bastón y partía todos los días a comprar el pan a las 6 de la tarde.
Hasta acá, una historia normal. Pero, un hermoso día llegó "Pelusa" para alegrar sus días. Una gatita abandonada por un alma malvada. Llegó a pedirle comida, pero mi vecina jamás se interesó por ella. Pasaron los días y la insistencia de la gatita fue tanta, que consiguió un trozo de jamón. Pareciera que las dos debían juntarse. Ambas habían sido abandonadas por las personas. Las dos necesitaban con urgencia cariño. Así es que como fueron tal para cual,, se quedaron juntas. Uña y mugre. Cuando salía a regar sus plantas, Pelusa la escoltaba como un perfecto guardia privado. Era una gatita muy celosa. Mi vecina ya estaba viejita y muy enferma. Yo siempre que podía le conversaba; sabía que, como todos, necesitaba compañía y conversación. Le detectaron cáncer y la cosa ya había avanzado bastante. Lo único que le preocupaba, decía, era: "con quién se va a quedar mi Pelusa cuando yo ya no esté". Cómo era su corazón, que ya ni siquiera se preocupaba por ella. Pelusa era su razón de vida. El sol que alumbraba sus días.
Una tarde, regresé de la universidad y vi a la PDI afuera de la casa de mi vecina. Temí lo peor, y así fue. Ella había partido. Preguntando a los vecinos por cómo se dieron cuenta, una niña comentó: "Su gatita apareció muerta en el patio. Ahí todos pensamos '¿cómo no se ha dado cuenta?'. Llamamos a carabineros y la encontramos muerta". Yo no podía creer. La fidelidad de la Pelusa, era hasta la tumba. ¿Cómo no quererlos si son así incondicionales?
Esta historia va dedicada a ella, señora Miryam. Dueña de un amor impresionante por un animal. Se acompañó por alguien que la necesitaba, tanto como ella a su Pelusa.
Imagen CC M. peinado