Hace algún tiempo, les conté sobre la historia de mi regalona, Mia, y de cómo llegó a mi vida. Sin embargo, el cómo llegó a mi vida Martín fue algo muy diferente. Recuerdo que un día decidí salir a caminar, y como estaba tranquilo, llevé a la Mia para que me acompañara. Me fui por una calle cercana a mi casa y siempre me había fijado en que había un lugar bastante extraño, con un cartel que decía "Se venden perros" y su respectivo número. La verdad es que soy de esas personas a las que no les gusta que la gente compre mascotas, y la razón es la que se encontraba en ese lugar: había varios perros de distintas razas, perritas más que nada, las cuales era más que obvio que utilizaban para parir más y más bebés y que los dueños pudieran venderlos. A su alrededor, había varios cachorritos, todos sucios, descuidados y algunos golpeados. Así que seguí caminando por esa calle y un poco más adelante diviso un pequeño que se había escapado de la casi perrera. Me dio tanta pena porque estaba muy flaco, y me miraba con carita de pena. Caminé un rato y él me siguió hasta que me senté en un paradero a pensar qué hacer con él. Mi mamá no quería más perritos y menos un macho, por lo que pensé en devolverlo. Pero también pensaba en lo que había visto ahí y me daba una tristeza enorme. Decidí terminar mi paseo y caminar de regreso, cuando de repente aparecen unos perros gigantes a ladrarle. El pequeño al principio no quería nada conmigo, pero aún así lo agarré junto a la Mia y llegué a mi casa. Mi mamá estaba enfadada pero al final comprendió la situación.
Pasado los días nos dimos cuenta que era maltratado totalmente, puesto que cuando se acercaban hombres, él se escondía y tiritaba. Pensamos en un nombre y cuando dijimos Martín, él nos miró y supimos que ese era. Hoy en día, el pequeño cachorro está feliz con una familia que lo quiere, y además se convirtió en padre. Dejó de temerle a la gente y siempre mueve su cola alegremente, así que valió la pena el habérmelo traído. Igual al tiempo pasé por ese lugar y no había carteles ni nada para recuperarlo, probablemente aún ni sepan que se escapó, mejor para mí.