Caminando con nuestras mochilas junto a mi polola, anduvimos viajando por la Patagonia. Cuando estábamos exactamente en la ciudad de Calafate, queríamos viajar hacía El Chaltén. Como andábamos mochileando, vimos un mapa, revisamos las carreteras y empezamos a caminar desde el centro de la ciudad hacia la carretera para hacer dedo. Llevábamos un rato caminando, ya a las afueras de la ciudad, entrando a carretera pura. Allí cruzamos un sitio eriazo donde había algunos árboles grandes, y entre medio de estos algunos escombros y cajas. Pasando por ahí solo se escuchaban el viento, algunos autos y camiones que transitaban por ahí, cuando de pronto sentimos un sonido bastante bajo, una especie de chillido muy leve al que no le tomamos mucha importancia en un comienzo, pero al poco tiempo no pudimos seguir ignorando pues era persistente, así que nos acercamos para ver de qué se trataba.
Al meternos entre los árboles, vimos una caja cuadrada pequeña, cerrada. Era de donde venían los sonidos. La abrimos y dentro habían varios cachorritos, los que no alcanzaban a tener una semana siquiera. Eran alrededor de 7, de los cuales dos ya habían muerto en el fondo, probablemente asfixiados, y otros 2 o 3 estaban mal, casi muriendo. Obviamente no podíamos dejarlos ahí, aunque tampoco llevarlos con nosotros. Así que enterramos a los que habían muerto y, a pesar de todo lo caminado con nuestras mochilas al hombro, decidimos tomar la caja y volver a la ciudad.
Llegamos a las primeras casas, donde un hombre nos dijo que existía una organización encargada en cuidar animales en situación de riesgo y nos dio su número de teléfono. No teníamos para llamar así que seguimos hasta un negocio donde trataron de contactarse pero no paso nada. En eso, aprovechamos de limpiar a los pequeños que estaban sucios de caca y orina, y para peor, tenían muchos gusanos en toda la piel. Los cambiamos de caja, y les pusimos papel y poleras para abrigarlos. Seguimos caminando, hasta encontrarnos con unos niños que trataron de ayudarnos, la niña nos dijo que su hermana era veterinaria y podría ayudarnos, sin embargo, esta supuesta veterinaria nos miró con cara de desprecio y nos dijo que nos fuéramos. Cuando pasó esto, la gente que estaba ahí quedó mirando con cara de espanto, aunque tampoco era mucho lo que hacían para ayudarnos, más que decir "los felicito por lo que están haciendo". Finalmente, otro de los niñitos del comienzo se ofreció a actuar trayendo leche para los pobre cachorritos.
Así fue como llegamos hasta una heladería, donde nos dieron leche y un guante, al que le hicimos un pequeño orificio en cada dedo y se lo pusimos a los cachorros, que comenzaron a tomar leche inmediatamente, ¡los pobrecitos estaban hambrientos! También nos facilitaron un guatero para mantenerlos abrigados. En ese lugar, y ya con mas tránsito de gente alguien logró finalmente contactarse con TAMA, la organización encargada de rescatar y ayudar a los animales en la ciudad. La representante de TAMA que llegó en ayuda de los cachorros en un comienzo no nos dio muchas esperanzas, diciendo que estaban muy mal y que lo mas probable era que murieran, sin embargo entre sus rescatados contaban con una perrita que recién había parido y pensaba que podría hacer de mamá nodriza y adoptarlos. Así fue como finalmente la encargada de la organización se llevó a los cachorros, nunca más supimos de ellos, ya que nosotros teníamos que continuar nuestro camino, pero tengo la esperanza de que más de alguno haya sobrevivido y hoy tengan una familia que los ame y jamás los vuelva a abandonar.