La historia de Rusty Diamond es impactante. Se encontraba amarrado en un patio en Phoenix, Arizona (Estados Unidos). El perrito ladraba sin cesar, todo el día, y Jared Piper (protagonista de la historia), quien pasaba por ahí todos los días, decidió acercársele. Aunque al principio le costó ceder, pronto Rusty demostró que en realidad sí le gustaba el contacto humano. Tenía el pelaje muy sucio, moscas rondándolo y un tumor visible en su estómago. Jared comenzó a ir todos los días a darle alguna golosina y un poco de cariño, y comenzó a recordar que, en los 3 años que llevaba pasando por ahí, jamás lo había visto suelto, ni en contacto con otras personas.
"Estuve visitándolo durante dos semanas, en las cuales me encariñé con él , y creo que él conmigo". En una de aquellas visitas, y mientras Jared ya tenía claro que no podía dejarlo ahí, aparece la dueña: "Le expliqué que el perrito necesitaba atención médica, y que tenerlo siempre amarrado era maltrato animal. Se rió de mí y me dijo que Rusty ya llevaba amarrado como 10 o 15 años" Entonces, Jared tomó la decisión "¡NO me iré de aquí sin el perro!" Ante lo cual la dueña finalmente cedió. Para llevárselo, utilizó la misma cadena en la que estuvo amarrado tanto tiempo, pero serviría mientras tanto. Rusty disfrutó cada segundo del paseo, y se portó muy bien en el veterinario. Fue ahí donde se deshicieron del terrible collar que tantos años le quitó su libertad, y donde recibió un buen baño, pues estaba muy cochinito.
Al poco tiempo Rusty fue adoptado por una familia que ya tenía otros perritos. Increíblemente, Rusty tuvo siempre un excelente carácter, se dejó bañar sin problemas, y aceptó de buena gana su nueva familia y hermanos perrunos.
Hoy Rusty es feliz y podrá disfrutar los últimos años de su vida como siempre debió haber sido. ¡Adopta, no compres!