Casandra es una gata adulta, algo regordeta y mide casi medio metro. Mañosa como ella sola, siempre escoge lugares bastante particulares para pasar la tarde. Entre comida y siesta - sus dos únicas obligaciones - ha armado lo que a mi parecer es una completa rutina que la hace bastante feliz. Lejos de todos y sobre el tejado, la muralla, la escalera o cualquiera de los muchos árboles de la casa. Costumbre que, sin duda, ha perpetuado desde pequeña y hoy siguen todos los demás gatos que vienen a visitarla.
Amos y señores del lugar donde habitan, los gatos poseen costumbres y manías fascinantes. Una de ellas es vigilar todo desde las alturas, lugares que también prefieren para dormir, jugar e incluso pasar su tiempo libre entre comida y siesta. Pero ¿Qué es lo que hace a estos lugares tan irresistibles?.Existen algunas teorías al respecto:
1. El rey o la reina siempre están más arriba que el resto
Tiene sentido. Ella se cree la dueña de casa, del patio, de los autos y del pasaje. Por ende, su sitial de privilegio siempre será por sobre todos esos tontos humanos que la cuidan y satisfacen sus necesidades, además de ser - obviamente - mucho más importante que cualquier otro tipo de mascota. La materialización del pensamiento: Subirse a un lugar lo más alto posible, para que todo mortal pueda aclamar su grandeza.
Esto tiene, además, una importancia etológica en que los animales de mayor poder dentro de sus manadas, son aquellos que poseen sitiales de poder absoluto. Y ¿Qué es sino nuestro minino Rey y amo de todo lo que toca?
2. Desde aquí observo mejor todo el lugar
Tras la dominación, el Rey y el emperador necesitan tener un lugar privilegiado para poder vigilar su dominio. Es así como vemos a nuestro gato subirse a la corniza y mirar atentamente todo el espectro, como una gran escena en tiempo real. Desde ahí decide qué es lo que hará durante el resto de la mañana, qué lugares va a explorar e, incluso, dónde echará su próxima siesta. Además, vigila si es que existe la presencia de algún pajarillo con quien entrenar sus habilidades de caza.
3. Alejado de la ansiedad o el miedo
Existen gatos nerviosos, que han pasado por accidentes, peleas o traumas y a quienes cualquier cosa los saca de su estado de quietud. Y es por ello que, ante el más mínimo ladrido de un perro o cualquier situación que los estrese, de un salto llegan hacia las alturas del techo o de la ventana. Lugar que consideran como su refugio y desde donde nadie podrá dañarlos. Por ende, se sienten más tranquilos y confiados.
4. Calidez por montón
En invierno, es típico que encuentro a Casandra recostada en el techo del patio, sobre un montón de hojas secas. Parece un acto poético del que alguna vez les compartiré fotos. Esto tiene una explicación que acabo de saber: El calor es mayor en los espacios altos, lo que tiene que ver con las ondas solares que llegan con mucha menor intensidad durante el invierno. Es por ello que los gatos prefieren el tejado durante esta tarde.
5. Soledad y silencio
Este último es fruto de mi observación. Y es que, siempre he encontrado fascinante la necesidad de soledad de los gatos. Les carga la bulla, te miran feo si llegar a molestar con música mientras ellos descansan. Son toda contemplación y eso es increíble. Por ende: ¿Qué mejor lugar para contemplar el mundo existe? El techo y la altura por supuesto. Ahí nadie te molesta, ningún otro osará a compartir tu propio espacio, ni menos llegará silbando o tarareando la última de Chayanne, mientras ellos se dedican a meditar, descansar o ronronear plácidamente. Pero ojo, algunos gatos aprovechan este escenario para irse.
En fin, conjeturas van, conjeturas vienen. Si embargo, puedo decir con real certeza que, aunque jamás lleguemos a comprender el gran amor de nuestros felinos por las alturas, con solo mirarlos notaremos lo felices que son y eso nos debería bastar. Al menos a mí sí.
Imagen CC Sergio