Antes de conocer a esta chanchita, los cerdos eran indiferentes para mí. Fue una experiencia espectacular, el viajar por primera vez a ver a mi polola al sur, específicamente a Cañete.
Cuando llegué a su casa, quedé fascinado al ver la gran parcela. Entre las maravillas de la naturaleza, tenían pollos, patos, gansos, perros, gatos, bueyes y chanchos. Este último animal fue el que me sorprendió muchísimo, antes de esto, para mí los chanchos eran un simple animal que -aunque suene- feo sólo se criaba para comer.
Llegó el momento en que mi polola me llevó a pasear por toda la parcela, mostrándome los animales, plantas, árboles frutales, etcétera. Después, soltaron del chiquero a la chancha y era muy esquiva, pero como siempre yo curioso e insistente al querer acariciarla, lo intentaba y se arrancaba.
Luego los papás de mi polola me preguntaron qué tal me había parecido el campo y les dije que quedé fascinado. Les comente que nunca había visto un chancho de cerca y que eran muy esquivos, se rieron y dijeron que sólo porque no me conoce, que "es muy cariñosa 'La Mancha'". Al escuchar eso, más insistí tratando de acercarme y acariciarla con el pasar de los días.
Tanto intento terminó dando frutos; entre baldes de afrecho, ramas con hojas de cerezo, papas, trigo y un "huachu huachu huachu" -que es como me enseñaron a llamarla- me gané su confianza. Fue así como la Mancha me sorprendió y enseñó muchas cosas que no sabía sobre los chanchitos, como por ejemplo que son extremadamente cariñosos, igual que un perrito, son muy inteligentes, protectores y celosos.
Cada vez que salía a pasear por la parcela, no había momento en que tuviese pegada como lapa a la Mancha, siguiéndome todo el tiempo, corriendo como un perro cuando le silban a lo lejos para llegar a mi lado. Era muy celosa cuando acariciaba a los perros o los pollos, llegaba y se paraba al lado a refunfuñar con sus "gui gui gui" y empujaba con su trompa, para que le tomase atención.
Fue así como termine cambiando mi visión de los chanchos gracias a la "Mancha" y cada vez que iba de viaje al sur a ver a mi polola, tenía un comité de bienvenida de pastores alemanes y junto a ellos, llegaba corriendo la Mancha también a dar un cariñoso recibimiento.