"Panchi" estuvo conmigo tan solo dos años, pero fue tiempo suficiente para marcar mi vida para siempre y para ganarse mi eterno amor y recuerdo.
Cuando llegó a mi casa, se adaptó de inmediato. Dormíamos juntos y siempre estaba conmigo cuando yo lo necesitaba. Así, cada vez fuimos más unidos y cuando yo pasaba algunos días fuera de mi casa, él no tardaba en hacerme sentir su malestar. Su actitud era chistosa: pasaba por al lado mío y si yo lo llamaba no me tomaba en cuenta, era como si me dijera ¡Hey! Si me dejas solo, recibes tu castigo.
Durante tercero y cuarto medio, estuve en preuniversitario, por lo que tenía que estudiar muchísimo. Pasaba tardes enteras en el comedor de mi casa, con la mesa llena de cuadernos y Panchi -que no acostumbraba a estar ahí- se subía y se hacía un espacio donde pudiera, para acompañarme. Podían pasar horas y él no aflojaba, pero cuando ya veía que el cansancio se apoderaba de mi, él iba y parecía que me obligaba a detenerme ¿cómo? simple: iba y se echaba arriba de mis libros o cuadernos y con su patita, tiraba al piso todos mis lápices, uno por uno con mucha paciencia. Era como si entendiera que mi mente necesitaba un descanso y él estaba dispuesto a ayudarme. En caso de yo estar comiendo algo, él -como nunca- me dejaba tranquila, sin molestarme ni pedirme nada. En otras ocasiones, se hacía presente a la hora del desayuno, almuerzo o cena. Se sentaba a mi lado y me miraba con cara de hambre, era como si quisiera provocar en mi un cargo de conciencia por dejarlo mirando. Así me conmovía y yo terminaba compartiendo mi plato con él. Muchas veces se dice que los felinos son descariñados y fríos, pero la verdad es que este minino, rompió todos los mitos y se ganó completamente mi amor con su entrega y ternura. No pedía más que un poco de cariño, comida y su infaltable bola de de lana, a cambio de eso, llenaba de alegría mis días. Lamentablemente, falleció producto del ataque de un perro. Hasta el día de hoy lo extrañamos mucho con mi mamá. No hay día que no nos acordemos de él, pero sin duda, fue una mascota que me marcó profundamente.