"Él camina de esquina a esquina y vuelve a venir donde ha fallecido su dueño. Se va caminando, se para en una esquina y aúlla cuando ve la esquina donde ha muerto su dueño", cuenta Elizabeth Martha García, quien ayuda en la venta de diarios en una esquina en las calles de una ciudad en Bolivia.
Un perro extrañando a su amo recién fallecido, no parecer ser una historia tan extraordinaria, sin embargo, lo particular de esta, es que el dueño del can lleva cinco años muerto.
Es la historia de “Hachi”, “Huachi” o “Huachito”, un perro boliviano que merodea el sector de la Avenida Papa Paulo, en la zona noreste de Cochabamba. En el lugar ya lo conocen quienes trabajan ahí, muchos de los cuales le entregan cariño y alimento.
Todo comenzó hace varios años atrás, cuando el perro seguía todos los días a su dueño, un universitario que se desplazaba en motocicleta. Hasta que el hombre falleció, luego de ser embestido por un taxi. Cuando el accidente recién había ocurrido, el can no paraba de aullar en esa misma esquina y ladraba con desesperación, cada vez que una moto aparecía, quizás sin perder las esperanzas de que podía tratarse de su amo.
Así comenzó la rutina del perro, que empieza entre las 6:30 y 7:00 de la mañana, cuando pasa a desayunar al negocio de Román Bilbao Luján, donde se vende carnes y fiambre. Allí el hombre lo espera con pollo y agua. Luego de tomar la presa, Hachi se dirige a la esquina exacta del accidente, hasta que un par de horas más tardes camina hacia otro lugar cercano, donde sabe que le podrán dar algo para almorzar. Mientras, en las noches, logra alimentarse gracias a la ayuda de quienes trabajan en una churrasquería, donde el perro muchas veces termina alojándose.
Conmovidos por la historia, varias personas han intentado adoptar a Hachi, pero sin resultados positivos. Tampoco lo han logrado los familiares del difunto amo, quienes se llevaron al perro hasta su casa, en otro sector de la ciudad. Pese a los intentos de brindarle un hogar, el fiel animal siempre termina escapándose para volver a su esquina predilecta. El apodo está inspirado en otra conmovedora historia, ocurrida en Japón. “Hachiko” era un perro de raza akita que acostumbraba acompañar a su dueño a la estación de trenes, donde él iba a tomar el tren para ir al trabajo, hasta que en 1925 murió a causa de un paro cardiaco. Ese día el hombre no llegó hasta la estación, pero sí lo hizo su perro, quien lo siguió esperando en el lugar durante nueve años luego del fallecimiento. La lealtad de Hachiko le valió una estatua de bronce en el sitio donde esperaba a su amo, así como una película protagonizada por Richard Gere: “Hachiko: A Dog's Story”.
Foto CC vía Flickr