La maternidad, para un hámster, es cosa complicada. Las hembras suelen ponerse muy inquietas y sensibles cuando están en las vísperas del parto. Procuran disponer en su jaula de las máximas comodidades para brindar a las crías. Arman un nido, escarban y rascan. Se recomienda a los humanos a cargo no interferir mayormente en el proceso: si nuestra hámster desconoce los olores de sus camada, la comerá.
La hámster es una excelente partera, ya que la naturaleza la bendijo con tiempo suficiente para dedicar a cada cría la debida atención entre nacimientos. Es así como esta madre recibe a su cachorro rasgando la membrana amniótica con sus dientes. Extrae al pequeñito, lo limpia y corta el cordón umbilical. Una vez que esta listo, viene el siguiente, con el cual repite la operación. Finalmente devora la placenta, la cual le proporcionará la energía necesaria para alimentar a los bebés.
Es un proceso complejo y altamente estresante para la nueva madre. Por ello, suele estar muy susceptible. Si antes era una mascota dócil y cariñosa, es posible que la vivencia le lleve a desconocer a sus humanos. No debemos asustarnos, pues su afán es proteger a los cachorros. Es muy importante confiar en ella y en su instinto natural para vivir este proceso. Si buscamos ayudarla, aseando su jaula o acariciando a las crías, podemos llevarle a que las desconozca como propias y en tal caso, las devore. Esto último es un suceso muy triste para todos quienes las vieron nacer, pero debemos entenderlo como parte de la naturaleza y poner de nuestra parte para que no suceda evitando interferir en la crianza.
La lactancia de los hamster dura entre 15 y 21 días, periodo tras el cual la hembra expulsará a sus pequeños del nido, muchas veces a mordiscos. Es común que ellos entonces aniden en otro espacio (puede ser el lado opuesto de la jaula).
Y tú, ¿has presenciado el nacimiento de un hámster?