Para nadie es desconocida la realidad de que muchos perritos domésticos son los regalones de la casa. Pero recientemente, estudios científicos han estado corroborando que nuestros canes tienen mucho más en común con los niños, y a nivel más empírico.
Esto se dedujo luego de realizar escaners fMRI o de resonancia magnética a un grupo de perritos. Ellos respondieron a ciertos estímulos a nivel cerebral, específicamente en el núcleo caudado del cerebro, encargado principalmente del aprendizaje y la memoria.
Por lo tanto, se pudo determinar que los perros generaban cierto nivel de asociación a olores de sus humanos familiares, o que recordaban las señales que indicaban comer, entre otras. Es decir, tienen un nivel de conciencia mínimo, al igual que los niños pequeños. Dicho fenómeno es denominado “homología funcional”, y podría indicar un tipo de emoción canina.
Y quién sabe, tal vez al igual como con los niños, esta capacidad puede ir desarrollándose... ¿Se imaginan qué pasaría si nuestros perros pudiesen desarrollar la capacidad de comunicarse con nosotros? Por ahora, es importante considerar este tipo de estudios, en el sentido de las políticas públicas y tenencia responsable, puesto que nos plantea un tema ético y moral de generar mayor protección ante seres con mayor conciencia y capacidad de razonar.
Hablo en términos legales o de derechos cívicos, porque obviamente creo que todo ser vivo debería tener el derecho de que nosotros los humanos, como hermanos mayores, les entregáramos toda la protección necesaria.
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