En verdad, el título de esta nota era “Me fui de la casa y mi gato se enfermó de cistitis idiopática”, pero lo dejamos así para que se entienda la idea. Los gatitos son animales muy especiales y con necesidades bastante específicas. Para ellos no da lo mismo dónde y cómo comer, o el estado de la caja de arena, o dónde esté el agua o si está fresca o no. En general, son bastante sensibles al ambiente que los rodea y pueden llegar a somatizar físicamente cuando se ven enfrentados a situaciones de estrés.
Entre las principales situaciones que les generan estrés, se encuentran la llegada de un nuevo integrante a la familia, ya sea humano o animal: en mi caso, 3 perritos nuevos que llegaron de improviso y sin mucha planificación a mi casa. Siempre habíamos tenido gatos, pero perritos nunca.
Sumado a este cambio, hubo un período en que por razones de diversa índole, me fui de mi casa por un período de 6 meses, y venía de visita a casa una o 2 veces por semana. El fin de semana trataba de quedarme al menos una noche. Y mi gato regalón, Kiko, comenzó a sufrir de este estrés asociado a los cambios que se vivían: cuando me veía, se escondía. Me costaba que se diera a querer como antes (que era la regla general, ya que él es un gato cariñoso y apegado a los humanos). Luego, comenzó a hacer pipí en lugares que no eran la caja de arena y subió considerablemente de peso. Y con el pasar de los meses, empezó a tener problemas urinarios: iba hacia la cajita de arena muchas veces seguidas, hacía muy poco y se quejaba. Obviamente esto nos alertó y lo llevamos al veterinario. Luego de una serie de exámenes, el diagnóstico fue Cistitis, además de haber desarrollado cristales, que son como los cálculos pero más pequeños.
Tuvimos que comprarle una comida especial medicada que iría eliminado dichos cristales, así como también lo estimularía a tomar agua, que es una de las cosas que más ayuda en estos casos. Además, se nos aconsejó separar los ambientes con los perritos, cosa de que el gatito tuviera su espacio tranquilo, sin molestias del ambiente.
Pero sin duda, lo que ayudó a estabilizarlo, fue mi regreso a la casa. No es que me guste ser autoreferente, pero Kiko y yo somos muy apegados y él notó la ausencia, ¡lo sé! Ya volvió a ser más cariñoso, su enfermedad se ha estabilizado y prontamente se le realizarán los exámenes para ver el estado del tratamiento para evaluar si puede cambiar a la comida normal.
Por eso, es fundamental preocuparse del entorno de tus gatitos. Sobre todo si son de mayor edad, como los míos que superan los 8 años todos.
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