El pasado 28 de septiembre supimos, a través de los medios, de un “pitbull” que asesinó a su dueña en la comuna de San Bernardo.
Los días siguientes muchos habían olvidado al perro, incluso a Adriana Núñez, la víctima; sin embargo algunos de mis amigos seguían recordándome que tuviera cuidado con mi propia perra, de la misma-desdichada- raza, pues podría convertirme en una víctima también.
Pero hay algo que yo sé, y que la mayoría de la población atenta a la noticia no sabe: dicho perro no era un pitbull, ni siquiera un mestizo de pitbull; dicho perro era un mestizo de Care Corso con Mastín Napolitano, razas ancestrales de las cuales han salido muchas razas de perros que vemos el día de hoy. Esta mezcla es extremadamente difícil de adquirir, porque es una cruza asistida, y es muy poco común.
El 10 de octubre fuimos a conocer y evaluar al perro… quizá podríamos comprender qué fue lo que ocurrió, cómo fue que mató a una mujer.
Llegamos a los camarines del Estadio Municipal de San Bernardo, y el sentimiento que se apoderó de mí era desolador.
Desde el 27 de septiembre que Nerón se encontraba encerrado en ese camarín, pues no había otro lugar donde tenerlo.
Hacía 13 días que un perro vivía en las sombras, sin luz solar, sin compañía, y con graves heridas provocadas por los golpes que le ocasionaron familiares y vecinos de la víctima. Ningún funcionario estaba autorizado- ni se atrevía a entrar- para alimentarlo, por lo que a través de un tubo de pvc le daban comida y agua. Lástima que ese tubo no tenía la capacidad de limpiar las fecas y la mugre del lugar, por lo que nos encontramos con un perro que dormía en su propia suciedad.
Un funcionario muy conmovido por el caso nos pidió que no lo matáramos- señor, para eso estamos acá, para que no se les ocurra matarlo-
Después de una hora de preparación, dos expertos, Hernán Quijón (especialista en rehabilitación de animales potencialmente peligrosos) y Enrique Reyes (Veterinario especialista en rescates), lograron sacarlo con mucha paciencia de ese infierno para que viera la luz del sol. Fue lento, tenían que ganar su confianza. Primero con guantes, luego lo acariciaban con la manos descubiertas. Y Nerón los dejó entrar. Lo amarraron, y para alegría de todos quienes estábamos allá, vimos cómo Hernán salía con Nerón a su lado caminando para un paseo de reconocimiento.
¿Dónde estaba el pitbull del que todos los medios hablaban?, ¿Dónde estaba el ejemplar de la raza más condenada social y mediáticamente?. En ese lugar habíamos tres conocedores de la raza, y no existía ningún atisbo de ésta en el can.
Entonces algunas lloramos, porque Nerón, que fue nombrado ese mismo día así por Hernán, había sufrido un calvario, porque su cuerpo tenía heridas, abscesos y cicatrices de maltrato reciente y de años. Y más lloramos cuando se echó de espaldas, mostrándonos su abdomen como símbolo de sumisión, para que supiéramos que no nos haría nada. Nerón merecía una segunda oportunidad.
Hubo interés de mucha gente por el futuro de Nerón. Nos ofrecieron tratamiento etológico y Hernán Quijón lo recibiría en su parcela para rehabilitarlo y darle todo lo necesario para su mejoría. Se unieron recursos, se juntó el dinero necesario, se encontraron madrinas y padrinos para pagar sus gastos de por vida, pero el daño a Nerón, un perro de 10 años, ya estaba hecho.
Informe médico: avanzado cáncer pulmonar.
Expectativas de vida: 3 meses
Tratamiento/Solución: eutanasia.
Dudas-Preguntas-Aclaraciones
Si cuando conocimos a Nerón no mostró atisbos de agresividad, ¿cómo fue capaz de matar a su dueña?
Adriana Núñez recogió a Nerón seis meses antes del ataque. Durante ese período el perro vivió amarrado con una soga corta, sin ser alimentado y durmiendo, muchas veces, sobre sus fecas.
Ese perro no fue rescatado, ni recogido humanitariamente por la víctima. Los motivos, no los sabremos, pero puedo suponer que, por porte y características, lo tendrían para cuidar la casa, más no para quererlo y respetarlo como ser no-humano.
Muchos podrán decir “es sólo un perro, ¿qué tiene de malo que duerma cerca de su caca?”- DIGNIDAD señores. Todos merecemos un lugar digno donde vivir.
¿Por qué cree que hasta un cachorro hace sus fecas lejos del lugar donde duerme y come?.
Los humanos merecemos una vida digna. Y podemos luchar para obtenerla. Los animales no, somos nosotros los encargados de que pasen sus días bajo el alero del respeto y la dignidad.
Nerón vivió en el absoluto maltrato y abandono durante meses por parte de su dueña y familia. ¿Acaso no es legítimo que el perro quisiera defenderse?.
La muerte de Adriana Núñez no debería haber sido nunca. Un perro no puede matar a alguien. Pero, entonces ¿Por qué diantres pasa? Porque no somos responsables como ciudadanos. Porque ese perro llegó ahí porque alguien lo abandonó. Y porque ese alguien, que lo recogió, no fue capaz de darle lo mínimo para que fuera un perro estable y equilibrado emocionalmente.
La culpa es nuestra. La muerte de Adriana Núñez el 27 de septiembre de este año, es culpa de todos nosotros. Es culpa del gobierno por no preocuparse de los perros de las calles. Es culpa de quien cruza a su perro y anda repartiendo crías por todos lados. Es culpa de quien deja salir a su perro a la calle sin supervisión. Es culpa de quien va a botar a su perro porque “ya no le sirve”. Es culpa de las municipalidades que matan a los perros en vez de educar a la gente. Es culpa mía por no poder ayudarlos a todos. Es culpa tuya por leer esto, sentirte mal, y luego seguir de largo cuando ves un perro rogando por ayuda. Culpémonos nosotros, pero ¿Cómo podemos culpar a Nerón?.
Yo conocí a Nerón, el perro que mató a su dueña
Publicado
por
Paula Tejeda