Cómo superé el trauma de ser mordida por un perro

Marina Parra Nov 11, 2015
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Cuando tomamos la determinación de tener una mascota, lo hacemos no sólo porque queremos llevar a un animalito a casa, sino que también porque buscamos el cariño, la lealtad y la alegría que este tipo de compañeros puede traer a nuestras vidas. Al igual que sucede con nosotros, cada animal tiene su propia personalidad y experimenta emociones como el dolor, la pena o la rabia, pero como no pueden comunicarse a través de las palabras, a veces no logramos entender lo que quieren decirnos.

Debido a que en ocasiones no somos capaces de entender lo que un canino intenta transmitirnos, en su propio lenguaje, suelen producirse episodios en los cuales los humanos terminamos pagando las consecuencias de invadir su espacio o ejecutar alguna acción que lo atemoriza o lo pone furioso, pero sin necesariamente que nosotros tengamos conciencia de ello. Debido a lo anterior, mi relación con los perros ha sido algo compleja, no porque yo así lo haya querido, sino porque durante mi infancia fui mordida por un perro.

Tenía aproximadamente 5 años y fui de visita a la casa de una amiga de mi mamá, se nos hizo tarde y uno de los dueños de la casa soltó a su perro Doberman, pero sin informarnos que debíamos ser cuidadosas al salir, porque el canino se encontraba libre. Estaba oscuro y en un instante sentí los dientes del animal clavándose en mi brazo y su hocico ladrando cerca de mi oreja. Como era una niña y mi estatura era baja, el can, al pararse en dos patas, era de mi porte. El animal estaba tan enfurecido que no podían apartarlo de mí y aunque sus dueños me dijeron que estaba jugando, yo sabía que no era así. Aún no comprendo los motivos de este ataque, ya que al salir de esa casa yo ni siquiera tenía conciencia de la presencia del Doberman en el patio.

Aunque el daño físico casi no dejó rastros ya que era invierno y yo estaba muy abrigada, por lo cual no causó una herida profunda sino sólo la marca de sus colmillos, creo que lo que se hirió en ese proceso fue mi confianza hacia los perros. El sentir que un animal era más grande que yo me marcó por muchos años, durante los cuales veía a un can y sentía que mis latidos se aceleraban, mi pecho se apretaba, me costaba respirar y me ponía demasiado nerviosa como para seguir caminando, ya que era un temor de esos que paralizan. Si me topaba con un perro demasiado grande, tomaba otra ruta para llegar a mi destino o cruzaba a la acera de enfrente, con la esperanza de que el animal no intentara seguirme.

Pasé mucho tiempo evitando acercarme a los perros y no es que los odiara, sino que les tenía demasiado miedo. Sin embargo, gracias a los perros de otras personas o al típico callejero que es parte del paisaje de tu casa, aprendí a confiar nuevamente en ellos. Primero me animé a acercarme a un Poodle perteneciente a una amiga de mi mamá, ya que era un perro ágil, juguetón y cariñoso, al igual que un niño y lo mejor es que era de tamaño mediano. Un par de años después llegó un perro callejero a nuestra cuadra, el cual aún vive en el mismo lugar y paulatinamente logró ganarse mi amor, a pesar de ser de tamaño grande, con su humildad, su mirada honesta y su cariño a prueba de todo.

Algunos consejos que puedo darles, para superar el trauma de ser mordido por un perro son:

- Conversar sobre la situación con personas de tu confianza
- Racionalidad ante todo: tu cabeza es más fuerte que el miedo y es ella misma quien lo produce ¡Enfréntalo!
- Intenta mantener la situación bajo control, pide a personas de confianza, dueñas de perros, que te ayuden a acercarte a ellos, poco a poco.
- Comienza a integrar a tu vida a perros pequeños y también a retarte a ti mismo a acariciarlos (pero cuando ya tengas bajo control esa ansiedad de estar frente a ellos)
- Aprende a identificar gestos o posturas de los canes, para entender cuando están enojados
- Si sientes que el temor te supera y no eres capaz de hacerle frente, consulta a un especialista
- No les tengas odio o rencor, ya que siempre hay un motivo por el cual los perros atacan (aunque tú no logres identificarlo)
- Recuerda que al igual que las personas, no todos los perros son iguales

- Ten paciencia contigo mism@, es un proceso y debes darle su tiempo.

No fue una tarea fácil el perder o minimizar ese miedo a los canes, pero creo que el amor puede llegar a sanar cualquier tipo de heridas, si es que uno se lo propone. Entiendo que a veces los traumas causados por una mordedura son fuertes y cuando sientes que no eres capaz de superarlos por ti mismo, siempre es bueno recurrir a la ayuda profesional. Mentiría si dijera que los perros de tamaño demasiado grande no me producen cierto temor, pero uno de los mejores regalos que me hice fue darme la oportunidad de volver a encantarme con los perros y también con su lealtad incondicional.