Siempre he pensado que soy una persona sensible y sobre todas las cosas; empática, pero nunca he podido entender como un ser humano puede hacerle daño y abandonar a un animal, porque se encuentra enfermo, se va a cambiar a un lugar dónde no se admiten mascotas o simplemente se aburrió de la responsabilidad de cuidarlo.
A mi parecer siempre hay opciones que son mucho mejores que literalmente botar a un animalito en la calle a su propia suerte: hogares temporales, asociaciones animalistas, adopciones masivas; con las redes sociales, ya no es tan difícil buscarle una nueva familia a tu pequeño peludito.
Tengo una debilidad por los gatos, aunque los perros también los encuentro lindos, pero tengo una extraña fijación con los felinos, cada vez que veo uno cuándo voy caminando por la calle tengo que parar a saludarlo y ver si me deja hacerle cariño.
Por eso tengo actualmente en mi casa 2 gatos, Garfield de 5 años y mi reciente inquilina, y ya completamente dueña de casa Mischa.
A ella la encontré abandonada y no pude evitar prestarle ayuda. Era una noche fría de finales de agosto del año 2016 y junto a mi mamá decidimos ir al supermercado casi en la hora de cierre, para que no estuviera tan repleto como de costumbre.
Llegamos y nos estacionamos, había unos pocos autos. Al bajarme lo primero que escucho es un maullido intenso que provenía de un vehículo blanco estacionado frente a dónde yo estaba. Me acerque a mirar y me di cuenta que había un gatito pequeño abandonado, trate de tomarlo para ver si estaba bien, pero no lo pude tomar.
Decidí ir a hacer mis compra- debido a que ya estaban por cerrar-, volvimos a los 20 minutos, me agaché para ver si está escondido en el mismo lugar aún, pero ya se había ido.
Comencé a buscar, pero no la pude hallar, a todo esto, mi mamá, ya había sacado el auto y me esperaba para que nos fuéramos. En eso, escucho su fuerte maullido y logró tomarla en brazos, percatándome que estaba toda sucia, llena de aceite de auto. Me acerqué a la ventana a la del vehículo abrazando al gatito que estaba mucho más tranquilo, lo único que atiné a decir fue “Perdón” y me subí con la pequeñita.
En seguida la llevamos al veterinario; que nos dijo que era una gatita, que estaba totalmente deshidratada por estar tanto tiempo abandonada, con lo dientes en malas condiciones por tratar de comer lo que encontraba.
Le dieron un poco de alimento húmedo para que pudiera tomar en antiparasitario y literalmente se tragó todo, comió con gran desesperación.
La lleve a mi casa y la deje dormir en mi pieza, y al principio lo único que hacía era esconderse debajo de la cama, intentando dormir, pero seguía con miedo.
Esa noche dormí poquito, tenía miedo de que se subiera conmigo a dormir y la aplastara porque era muy chiquitita.
Luego la lleve a las vacunas y me dijeren que tenía una infección en la boca, le dimos los remedios y posteriormente la esterilizamos.
Todo esto era con el compromiso de encontrar a sus dueños, porque la gatita de todas formas era regalona y le gustaba la gente, por lo que suponíamos que ya tenía casa y la andaban buscando.
Pasaron semanas y nadie la reclamó, de todas formas, ya era de demasiado tarde para desligarlos de ella, una pequeña regalona a la que nadie, en mi casa se podía resistir por su ternura y carita de bebé.
Uno podía estar hablando de lo más tranquilo y ella se metía a maullar, como si también quisiera ser parte de la conversación. Ahora es toda una dueña de casa, se pasea juega con todo y cada vez que se siente sola grita y les tienes que hablar para que sepa que estás ahí y te venga a hacer compañía.