Que el perro es el mejor amigo del ser humano creo que lo tenemos claro, pero también es una gran herramienta terapéutica, no solo en prisiones, sino en otras áreas donde forman parte de algunos tratamientos, como hospitales. En este caso, nos centraremos en las cárceles y los reclusos, puesto que desde hace años, los animales de compañía, y en concreto los perros por ser altamente sociables, participan en programas de reinserción y sociabilización, sobre todo en Estados Unidos y España, aunque en muchos otros países llevan tiempo implantándolo gracias a su buen resultado. Les dejo un artículo interesante sobre el tema en las cárceles españolas. Aunque es realmente reciente, ya desde el siglo XVII, aunque incluso bastante antes, los animales han formado parte de diferentes tratamientos terapéuticos.
Si te gusta el tema y quieres saber algo más de su historia, lee este artículo sobre los beneficios neuropsicológicos de la terapia asistida con animales.
¿En qué tipo de programas pueden participar los perros?
Realmente son muchos, aunque destacaremos algunos de ellos puesto que es donde más se está incidiendo hasta el momento:
- Internos con enfermedades mentales
- Internos discapacitados, tanto física como psíquicamente
- Jóvenes
- Mujeres
- Internos de 1º y 3º grado (en aislamiento o en la fase final de la condena)
Los perros residenciales colaboran en los tratamientos de rehabilitación, aunque no se les permite a los internos tenerlos de manera permanente, sí residen en los centros penitenciarios. Los TEACC, que es así como se llama a los tratamientos (Terapia Asistida con Animales de Compañía) tienen el objetivo de ayudar a los presos en su integración en la sociedad, puesto que recordemos que una de las finalidades de las condenas es la rehabilitación y reinserción de estas personas. En concreto se trabajan: problemas de autoestima, comunicación, desarrollo de valores, como también se preocupan de fomentar un mejor estilo de vida, motivar relaciones adecuadas con otros seres vivos, etc.
Cada programa está compuesto por un grupo de intervención, reclusos y perros, estableciendo para cada uno de ellos los objetivos concretos y el tiempo necesario para llevarlos a cabo. Existen diferentes razas aptas para estos tratamientos, aunque mayoritariamente se usan a los labradores por ser uno de los más sociables.
No todos los internos pueden acceder a estos programas, para ello es necesario pasar una evaluación psicosocial totalmente personal y a partir de aquí, elaborar un plan individualizado de intervención. El siguiente paso es educarlo en el trato con el animal, para garantizar una buena relación entre ambos y asumiendo por completo la responsabilidad directa (alimentación, cuidados, higiene, paseos, ejercicio…).
El animal de compañía es importante para el desarrollo emocional de las personas, ya que se adquiere de una manera más simple confianza y autoestima, sentimientos de empatía hacia otros, responsabilidad y competencia, autonomía y, concretamente en lo que nos interesa, ayuda a que los internos encuentren y adquieran actitudes más flexibles y sanas. También, tal y como demuestran algunos estudios, en reclusos con problemas mentales, el disponer de un animal de compañía los hace más cooperativos y menos violentos.
Existen testimonios de las personas que han tenido la oportunidad de realizar estos tratamientos y algunas de las palabras son realmente conmovedoras, citaré textualmente algunas de ellas, las que más me han cautivado:
- “Durante un periodo prolongado de aislamiento lo único que tenía de contacto con el mundo era una ventana por la que veía a los dos perros del centro… Ver esos perros me hacía sentir mejor y más como una persona”.
- “Los perros son milagros con patas”.
Como beneficios directos de estas terapias, se pueden resaltar algunas, aunque realmente son muchas más:
A nivel de tratamiento: refuerza la autoestima, desarrolla habilidades sociales, controla la agresividad, adquiere hábitos de vida saludable y mejora el estado anímico en internos suicidas.
A nivel penitenciario: enriquecen las relaciones entre internos y profesionales, aumenta la motivación para participar en actividades, consiguen beneficios penitenciarios por buena conducta y mejoran en la adaptación de la normativa interna del Centro.
A nivel personal: aumentan las relaciones socio-familiares, mejora en respuestas ante el estrés y disminución de la ansiedad y asunción de mayor responsabilidades.
Un documental realizado en una cárcel de Massachusetts, “Dogs on the inside” que les recomiendo ver, muestra como internos y animales se ayudan para lograr esa crucial nueva oportunidad. “Los presos trabajan con ellos para aumentar sus posibilidades de ser adoptados mientras ellos también aumentan así la posibilidad de tener una vida mejor fuera de la cárcel. En este caso la prisión se convierte en casa de acogida para los canes hasta que están listos para ser adoptados”; este es el resumen breve del documental y aquí les dejo el trailer:
Como ves, son muchos los beneficios que aporta el mejor amigo del hombre. No olvidemos que las personas que pasan tiempo en centros penitenciarios son continuamente juzgadas por su pasado y esto, casi siempre, pesa más que la propia condena. Los animales no juzgan ni recuerdan cuál es nuestro historial, nos aceptan tal y como somos. Ojalá se implantaran en muchas más prisiones, estoy segura, visto lo visto, que es algo que beneficiaría a todo el mundo.