Wang Yan es muy joven. Con apenas 29 años, ha logrado ser millonario y "perderlo" todo. Y lo ha hecho por los perros.
Este joven de origen chino se dedicó a la metalurgia, negocio con el cual le fue tan bien, que llegó a reunir una fortuna. Sin embargo, un evento en el año 2012 da un giro a su historia. Resulta que Wang tenía un perrito que perdió, y en la búsqueda sin descanso de su amigo, alguien le sugirió que buscara en los mataderos. Por si no lo saben, en China es común comer carne de perro, a pesar de las innumerables protestas en contra de esta práctica, que es especialmente masiva durante el Festival de Yulin (Yulin Dog Meat Festival). Wang Yan quedó tan afectado con lo que vio, que decidió dedicarse al rescate de perros, a riesgo de perderlo todo, cosa que efectivamente ocurrió.
Lo primero que hizo Wang Yan es comprar aquel matadero, y convertirlo en un centro de rescate canino "Changchun Animal Rescue Base", ubicado en la provincia de Jinlin, en el noreste de China, donde su idea es albergar a 1000 perros. Él sólo pretende que sus perros sean adoptados, pero no acepta donaciones de los adoptantes, a no ser que se trate de alimento o suministros para el albergue. Su inmensa generosidad lo ha llevado a perder gran parte de su fortuna, pero a él no le importa, porque ahora está absolutamente entregado a la causa.
En noviembre pasado, Yan ya tenía a su cargo alrededor de 200 perros, todos rescatados de una muerte segura.
Muchos consideran horroroso que en China y otros países asiáticos se coman perros o gatos, e incluso muchas veces me ha tocado leer increíbles comentarios sobre "la crueldad y maldad de los chinos" por su consumo de carne de perro, sin embargo, si reflexionamos un poco, nos daremos cuenta que los orientales no son peores que nosotros, pues en occidente se hace exactamente lo mismo con vacas, chanchos, pollos, pavos, etc. No hay diferencia entre una muerte y otra. Por otro lado, tanto en China como en cualquier otro país, existe gente compasiva que se preocupa de los animales y que los defiende. No existen características inherentes de bondad o maldad en una nación, es algo individual.