Se podría decir que siempre me han gustado mucho los hámsters, no me podía resistir a algo tan pequeño y tierno, con sus diminutas naricitas y bigotitos. Mi amor por ellos comenzó cuando era muy pequeña y vi una serie llamada: ''Hamtaro'' que trataba de un grupo de hámsters que vivían diferentes aventuras, y tenían una especie de ''casa club'', así que, alimentada por esta serie y por lo suave que son estos animalitos, convencí a mis padres de que me compraran uno.
El primero que tuve se llamaba Charlie, era de raza angora y tenía casi un año cuando lo compré; era muy regalón y le gustaba mucho comer, siempre le llevaba frutas, queso, semillas, entre otras cosas y verlo guardar todo en sus mejillas me encantaba. Desgraciadamente, no hacía mucho ejercicio y se volvió muy gordo, entonces lo comencé a dejar correr por mi pieza, cerraba la puerta y tapaba cualquier lugar en donde se pudiera perder. Ocurrió un día que lo dejé correr por el living y no fui tan cuidadosa, se metió abajo del sillón y desapareció; con mi papá lo buscamos por todas partes, miramos entre los resortes con una linterna, pero nada. Recuerdo que me sentía muy culpable, además ese día iba a celebrar mi cumpleaños y lo quería presentar a mis amigas, así que mi papá me tomó y me llevó a comprar otro; eso me impactó mucho cuando era pequeña, porque yo no quería aceptar que había perdido a Charlie, pero quizás mis padres solo se enfocaron en soluciones. Compramos un hámster blanco, y lo llame Laky.
Paso mi cumpleaños y presenté a Laky a mis amigas, pero no perdía la esperanza de ver a Charlie. Así fue hasta que mi hermano buscando el control de la tele sintió algo peludo pasar ¡Era él! Estaba muy feliz, pero ahora teníamos a Laky y solo una jaula. Bloqueamos la escalera para que uno viviera en el primer piso y el otro en el segundo piso ¡¿dos hámsters macho en una sola jaula?! Era complicado, además Laky era un peleador, y siempre se ponía territorial cuando veía a Charlie. A pesar de todo, tuvieron que aprender a vivir juntos y no pelear.
Con el pasar del tiempo me compraron otro hámster, era hembra y se llamaba Clio, además me compraron una jaula morada para ella. Al principio estaba bien con los tres, pero el espacio se estaba haciendo pequeño (sobre todo para Charlie y Laky); por eso, le pasamos a Laky a mi tío, para que él lo cuidara por un tiempo. Cuando Charlie y Clio se quedaron solos quise que estuvieran juntos y tuvieran muchas crías, pero mi mamá no me dejó.
Cuando llegaron las vacaciones, deje a mis hámsters con mi tío para que los cuidara mientras estaba afuera, pero cuando volví y me contó sobre el trato tan dedicado que tuvo con ellos, además de cuanto se habían encariñado, decidimos dejar los hámsters con él. Al principio sería solo un tiempo, pero cuando llegaron las clases, comencé a centrarme en eso, y me fui desligando de mis mascotas. Finalmente, mi tío los tuvo hasta que murieron; de la muerte de Laky y de Clio solo escuché, pero cuando Charlie murió, mi tío me lo trajo en una cajita para que yo le hiciera un funeral apropiado.
A pesar de que esta historia termina con muerte, no es una historia triste, por el contrario; disfruté el tiempo de vida que tuve con mis hámsters, son animales muy lindos y fáciles de querer; además sé que dejaron una pequeña marca de felicidad en mi familia. Ahora me gustaría tener alguno más adelante, par cuidarlo y mimarlo con mucho más cuidado que el que tuve cuando pequeña.
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