Hace mucho tiempo, tuve a “Bonnie”: una gatita apasionada por el agua.
Todo partió cuando con mi familia decidimos cambiarnos de casa. Bonnie era solo una guagua, no tenía más de un mes en ese entonces. Bonnie se adaptó muy fácilmente a la casa, sin embargo pronto quiso empezar a explorar sus alrededores.
A los días nos enteramos que la vecina, del otro lado de la cerca, tenía una casa con piscina. Esto gracias a que nos invitó un día a un asado familiar, y por supuesto, Bonnie encontró forma de infiltrarse.
Durante la reunión, me fijé que la gata se acercaba mucho al agua, pero pensé que solo le llamaba la atención. ¡Jamás creí que haría lo que hizo! ¡Luego de un rato no aguantó más, y dio un salto al agua!
Asustados, fuimos todos en su auxilio, sacándola rápidamente. Para nuestra sorpresa, Bonnie volvió a entrar al agua, esta vez muy calmada. Por supuesto que la volvimos a sacar, pero no hubo caso, entraba una y otra vez, e incluso “nadaba” por la superficie, creyendose un pez.
Desde entonces, no hay forma de hacerla salir de ahí. Siempre que puede (cuando hace calor) mi gatita está nadando en la casa de mi vecina. ¡Por suerte a ella le gustan los gatos, o si no, no aguantaría tal cosa!
Me he preguntado con el tiempo, que es lo que causa este extraño comportamiento en mi mascota, siendo que por naturaleza, los felinos son enemigos naturales del agua. Buscando, me he encontrado con algunas teorías que dicen que algunas razas provienen de zonas playeras como bahías o islas, donde acostumbran a nadar en el mar para cazar peces o mariscos. Por otro lado, a algunos gatos les atrae debido a que, por los movimientos y reflejos del agua, les parece un juego divertido.
Cual sea el caso, no hay duda de que Bonnie es una gatita sirena, muy especial.