Cuando se habla de extinción, se hace referencia a la desaparición de todos los miembros de una especie, a partir del momento en que muere el último individuo de ésta. En este sentido, si recorremos la historia del mundo, nos daremos cuenta que son muchas las especies que han dejado de existir.
El canguro rabipelado occidental (onychogalea lunata) es parte del grupo de animales que por razones diversas se ha extinto de nuestro planeta. Este marsupial habitaba colinas pedregosas, bosques abiertos y matorrales del sur y centro de Australia.
Entre sus características más predominantes estaban sus patas traseras, las cuales eran muy robustas, ya que las utilizaba principalmente para saltar. Su cabeza era pequeña, mientras que su cola era larga y gruesa. El color de su pelaje variaba de gris ceniza en el dorso a color gris pálido en el vientre. Tenían una mancha blanca que iba del pecho al hombro por detrás de las patas delanteras que, por su parecido al dibujo de una media luna, este canguro recibió el nombre científico de lunata.
El canguro rabipelado occidental podía medir entre 45 y 60 centímetros y no pesaba más de 3,5 kilogramos. Eran herbívoros, aunque en algunas ocasiones también podían ser omnívoros, su dieta era rica en fibra más que en proteínas.
Tenía un comportamiento tímido, ante cualquier ruido salía corriendo y se escondía entre los huecos de los árboles. Acostumbraba a mantenerse solitario. Su actividad se desarrollaba llegado el atardecer, mientras que durante el día descansaba.
Las causas para su extinción fueron diversas: La lenta maduración de sus crías, provocó que les costase mucho dejar descendencia, por la introducción de otras especies invasoras y depredadoras en su hábitat, como el conejo, gatos y lobos respectivamente, la destrucción de su ambiente: incendios forestales provocados por el hombre, la expansión del pastoreo, entre otros.
El último ejemplar vivo se capturó en 1927. A principio de los años 50 fue registrado el avistamiento de un ejemplar en Australia Central. En los 60 se produjo un dudoso registro de la existencia de uno de estos animales. Pero no es sino hasta 1986 que se comienza a considerar una especie extinta.
Lamentablemente, son pocas o nulas las acciones que se desarrollan para evitar la extinción de una especie, como en muchos otros casos, ninguna medida de conservación se llevó a cabo mientras había esperanzas para la conservación de esta especie en específico.
Hace falta que el hombre tome una mayor conciencia de las consecuencias de sus actos para con los animales, cada vez más es mayor el número de especies que se extinguen por su causa. Es tiempo de que seamos más sensibles y comencemos a hacer uso de esa humanidad por la que nos llaman “seres humanos”.