Godfrey Nyakudya, director general de una compañía minera de Bulawayo, Zimbabue, ha sido acusado de ser el responsable detrás de la matanza de la elefantes con cianuro, durante los últimos tres años.
Más de 300 elefantes murieron entre 2013 y 2014 en el Parque Nacional Hwange, y otros 100 alrededor del país durante 2015. En los cuerpos de estos animales se encontró cianuro, el cual causa efectos graves en la salud.
Se está investigando la conexión de Nyakydya con la caza furtiva química, ya que se presume que estuvo importando cianuro de forma ilegal desde Sudáfrica a partir del 2013, mismo año en que comenzaron los asesinatos. Cuatro toneladas de químico fueron vendidas a "How Gold Mine", que se encontraba cerca de Bulawayo según las boletas de la compañía, sin embargo, algunos camioneros declararon que el destino real de el cianuro, era Hwange, donde la única minera que existe se dedica al carbón y no utilizan cianuro.
El cianuro se utiliza en la minería para separar el oro de la plata, o de otros minerales.
Un empleado de la compañía minera, que quiso permanecer anónimo, dijo que cada vez que un cargamento de cianuro era entregado, era descargado durante la noche. Otro empleado, también anonimo, dijo que no existía ningún documento que indicara de donde venía la sustancia química, su propósito o su destino.
Actualmente Nyakudya se encuentra en una prisión de Bulawayo esperando su sentencia.
Se les realizaron autopsias a algunos de los elefantes que fueron asesinados, y en ellas se encontró cianuro en el hígado de estos mamíferos. Investigaciones sobre el caso, determinaron que esta sustancia era introducida a los parques en forma de piedras y dentro de frutas, y que además habían múltiples pozos de agua contaminados.
Otras victimas del envenenamiento fueron cuatro buitres, un jabalí, una paloma de cuello anillado, una ganga, y varios animales carroñeros que se alimentaron de los cuerpos de los animales que fallecieron.
Los parques nacionales de África, sufren constantemente de ataques por parte de los cazadores furtivos. Sus extensiones de miles de hectáreas impiden que sea posible controlar por completo la seguridad de los animales, e incluso los cuidadores de los parques son asesinados cuando se enfrentan a los cazadores. El problema no radica tan solo en una falta de recursos, sino que también hay un gran nivel de corrupción dentro de las empresas y políticos de los países del continente, y la abolición del tráfico de marfil y especies salvajes parece una meta inalcanzable.
La captura de Nyakudya fue una pequeña victoria dentro de esta gran batalla, por la vida de la fauna silvestre del planeta.