Recuerdo la primera vez que tuvimos una mascota en mi casa, una perrita que le regalaron a mi hermana que llegó a alegrarnos la vida, desde ese momento, y al darnos cuenta de lo importante y maravilloso que es tener animales en la casa, nunca dejamos de tenerlos y nuestra casa se volvió conocida entre nuestros amigos como un zoológico. La mayoría de nuestros animales eran rescatados por alguna agrupación, o recogidos por nosotros mismos, generalmente perros que andaban dando vuelta cerca de nuestra casa, o gatos que nuestros amigos nos llevaban porque sabían que los aceptaríamos; así fue creciendo nuestro amor por los animales y por la adopción.
La historia del Baku es un poco distinta, un gato que llegó a cambiar nuestras vidas, con su exceso de energía y sus arranques de mal genio.
Un día estábamos con mi hermana en la sala de estar de nuestra casa, cuando empezamos a escuchar maullidos muy fuertes y de manera muy seguida, eran maullidos agudos que parecían llanto y se notaba que eran de un gato pequeño. Fuimos a la calle a ver qué estaba pasando pero no vimos nada, nos quedamos un rato buscando a ver si lográbamos localizar de dónde provenían, y le preguntamos también a un guardia que pasaba por ahí, el que nos comentó que había escuchado algo, pero que él tampoco había visto al gato. Volvimos a la casa un poco desanimadas y preocupadas, y ambas recordamos que los maullidos habían comenzado la noche anterior, ahí supimos que había un gato perdido o en problemas cerca.
El resto de la tarde los maullidos disminuyeron, pero en la noche comenzaron nuevamente y más fuerte aún, por lo que juntas salimos por segunda vez a buscar a ese gatito perdido. Habíamos salido recién de la casa cuando vimos pasar un auto, el que se detuvo por unos segundos, y vimos a este gatito pequeño correr cojeando hacia unos arbustos para esconderse; nos acercamos rápidamente y al fondo, entre muchas ramas vimos un par de ojitos brillando. Estaba muy oscuro por lo que nos costaba ver si estaba bien, si se había quedado atrapado, o si tenía alguna herida; estábamos muy preocupadas sin saber en qué condiciones se encontraba, ya que todo apuntaba a que la persona que iba en el auto lo había atropellado. Corrí a mi casa a buscar una linterna, pero la luz no era suficiente; el gato estaba muy asustado, no quería salir de las ramas y era casi imposible para nosotras entrar, intentamos de mil formas hacer que se acercara, pero él se mantenía en un rincón en posición de defensa.
Nuestra casa está al lado de una garita de seguridad, por lo que se nos ocurrió que ahí podrían ayudarnos de alguna forma, nos prestaron una linterna que parecía más bien un foco con el que pudimos alumbrar mejor, pero la gran intensidad lo molestó más aún, haciendo que se escondiera en la parte más profunda de los arbustos. Mientras mi hermana seguía buscando la manera de sacarlo, fui a buscar agua y comida para ver si así lográbamos que se acercara un poco más; encontré un sobre con alimento húmedo, y se lo acercamos en un plato junto con agua, el gatito aún temeroso se acercaba de a poco, y en cuanto nos movíamos se volvía a esconder; como vimos que tenía hambre dejamos que comiera tranquilo, luego encontraríamos la forma de sacarlo. Ya llevábamos más de una hora cuando mi hermana, decidida y sin encontrar otra forma, comenzó a entrar en los arbustos de a poco, y tras unos minutos logró sacarlo de manera suave, quedando con unos cuantos rasguños por las ramas y por el gato.
Seguía muy asustado por lo que lo llevamos a nuestra casa, y en una habitación tranquila y con luz tenue revisamos que no tuviera ninguna herida o lesión importante; confirmamos que estaba bien, pero que su cola no se movía de la manera que debería moverse, se veía caída y colgaba en vez de estar erguida. Al día siguiente llegó nuestra hermana que es veterinaria, y tras una revisión completa, llegó a la conclusión de que el gato tenía aproximadamente un mes, y que la única consecuencia del atropello fue que quedó con una insensibilización en su cola, lo que se traduce en que no es capaz de sentirla ni de moverla; pero fuera de algunos problemas de equilibrio leves no traería mayores complicaciones.
Comenzaron a pasar los días, nuestra idea era darlo en adopción a alguien que fuera a darle mucho amor, ya que teníamos tres gatos y dos perros, pero no fuimos capaces de hacerlo; le tomamos mucho cariño, de a poco comenzó a moverse con menos miedo, y a acercarse a la gente, por lo que decidimos que se convertiría en un miembro más de la familia. Hoy el Baku tiene dos años y sigue siendo un poco asustadizo, tiene mucha energía todo el tiempo, se mueve perfecto pese al problema de su cola, sigue a mi hermana por toda la casa, y en las noches duerme acurrucado con ella; juega con los otros gatos, y a veces tiene algunos impulsos y salta sobre todo y sobre todos. Nunca sospechamos que iba a ser tan importante al momento de rescatarlo, pero se volvió un gato feliz, muy especial y con mucho amor por entregar.
Con mis hermanas seguimos rescatando animales, pero nos aseguramos de encontrarle a la mayoría un hogar donde los van a querer y cuidar mucho, con personas que comprendan que al adoptar a un animal no están solamente ayudándolo a él, sino que también están llevándose consigo a un nuevo amigo, que los va a llenar de amor y les va a estar agradecidos por toda la vida.