Oculto entre sitios llanos al oriente del planeta, se encuentra un extraño animal de cráneo alargado y cuernos puntiagudos: el Saiga Tatarica. Con un alto índice de peligro de extinción, este mamífero perteneciente a la familia de los Bovidae (a la que pertenecen cabras, ovejas, vacas y toros) es un extraño tesoro de la zoología que logra vivir entre 6 y 10 años.
Les encanta caminar por largas distancias en el territorio de Asia Central, por donde cruzan ríos con una gran habilidad para nadar, en busca de plantas para alimentarse. Su gusto por comer es tan amplio, que incluso consumen hierbas venenosas sin efectos negativos para su cuerpo.
Respecto a la manada, esta está compuesta por un macho que lidera, seguido por 5 a 50 hembras. Este cabecilla es elegido tras una sanguinaria pelea con otro macho, en donde el sobreviviente toma las riendas de la manada. El Saiga comienza su reproducción a la temprana edad de 8 meses pero se estima que si su extinción sigue tan crítica, las hembras comenzarán a reproducirse a los 5 meses de edad.
Uno de los datos más curiosos de este animal es que la primera camada de las madres primerizas siempre consta de dos gemelos, luego de ese parto, sólo tienen hijo único. Un Saiga adulto puede alcanzar a medir entre 60 y 80 centímetros y su peso puede aumentar hasta los 51 kg.
Si bien se puede encontrar en Mongolia, China, Rusia, la mayoría de estos animales habitan en Kazajistán y Uzbekistán, en donde se adaptan con facilidad a los cambios de temperatura, gracias a sus prominentes fosas nasales.
Antes de caer en peligro de extinción, el Saiga vivía también en América y Europa, pero la caza terminó por acabar con los ejemplares de esas zonas geográficas: sus cuernos son de gran valor para la medicina China. Lamentablemente, el año pasado un tercio de estos animales murieron por una causa desconocida al norte de Kazajistán, lo que significa que sólo quedan 240.000 ejemplares en total.