Pronto se cumplirán seis años desde que llegó la alegría del hogar. No hablo de un bebé muy esperado o de una persona que ansiábamos que llegase a la casa, si no del animal más dulce y cariñoso que he conocido. Sobre la noche del terremoto del 2010 no tengo palabras, cada quien y cada familia lo sufrió de manera diferente, aquella fatídica noche me acosté con mi abuelita para ver televisión, solo vivimos las dos juntas y agradezco haber bajado a acompañarla.
Luego del espanto mucha gente llegó a nuestra casa, los parientes empezaron a acomodarse donde podían, es una casa grande y solo eramos las dos, no imaginábamos que una perrita iría a parar con nosotras también.
Hace unos pocos años atrás había fallecido la perrita de la casa, de nombre Golly, había vivido 17 años y su muerte fue un duro golpe para nosotros, especialmente para la nona, quien la cuido hasta sus último días.
Cuando amaneció, otra invitada no esperada aguardaba a la entrada. Una poodle negra, temblorosa y sucia quería entrar como a de lugar a la casa, lloraba en la reja del antejardín. Me dio mucha pena, nunca le había visto por el barrio, se notaba que tenía miedo y más que nunca necesitaba que le cuidarán pero ¿Qué hacer con ella si no teníamos comida para nosotros? Intentamos ignorarla o esperar que alguien se la llevase, por eso nos sorprendió que siguiera ahí el día siguiente.
Y se quedó varios días más, le dimos agua y una tía consiguió comida para perro. Alguien dijo que San Francisco decía que los animales eran nuestro hermanos menores y que debemos velar por ellos. Ningún corazón resistió dejar a esta pobre perrita a la intemperie, el día que paso al antejardín fue un paso, el momento cuando cruzo la puerta del patio trasero supimos que era nuestra.
Al principio mi abuelita solía decir "es un perro bonito, de seguro alguien lo adoptará", "debe tener casa, los poodles no andan sueltos" , y no era para menos, teniamos más de 20 personas en nuestra casa. La pobrecita llegó quemada por el sol y con arena en su pelito, creemos que escapo del tsunami, que corrió desde Talcahuano.
Dimos anuncios en la radio Bio Bio, en el diario y cuando volvió la señal, por internet, algunas personas acudieron pensando que era su mascota la cual había escapado la noche del 27F, pero nadie la conocía, con mas tranquilidad meses después, la adoptamos oficialmente.
Al inicio su nombre fue "Terre" por el terremoto, luego paso a "Moto" siguiendo la misma idea, y cuando descubrimos que era hembra quedó como Motita.
Hoy Motita es parte de la familia, todos la conocen y la quieren, como no hacerlo si es muy juguetona y alocada, le gustan los niños y pasear en la laguna, pero por sobretodo ama a mi abuelita con todo su corazón perruno. Avisa cuando alguien viene y si se trata de ella, salta y baila de felicidad, como si no la hubiese visto en meses.
Sus juegos preferidos son hacer carreras en el patio, jugar a la pelotita con las papayas que caen y que le rasquen su güatita, cuando la bañamos en la ducha se queda quieta y se porta muy bien, de hecho es el único lugar donde se porta bien. Nos reímos porque solo come alimento de "marca", una vez cuando se le acabo la comida compramos en un negocio cercano a la casa, pero no le cayó muy bien.
No sabemos cuantos años tiene, solo sabemos que lleva casi seis con nosotras, esperamos que viva muchos años más aquí, que sea feliz, que también nos sienta como su familia y nos quiera como nosotras a ella, que continuemos paseando por el barrio y ella adorando a su "nona", todo en ella nos hace feliz y esperamos que siga gozando de buena salud, ella es una excelente Motita.
Si te gustan las historias de mascotas, no te pierdas la de Boti y si quieres saber más sobre la adopción, no te olvides de ver elvideo sobre este gran gesto que significa adoptar.