El 31 de diciembre del 2014 mi hermano tuvo que decirle adiós a Ramiro. Su perrito de siete años nos dejó después de luchar contra un cáncer de vejiga que peleó como un guerrero hasta el final. Cerrar el año así fue muy doloroso para todos los que conocíamos a Ramirito, pero para mi hermano y su señora, especialmente duro, porque él no era sólo su mascota, era su mejor amigo, su compañero, hijo y todas los lazos que sólo los que tenemos un ser peludo en la casa sabemos que existen.
Su duelo fue largo, pero sabíamos que en algún momento, buscarían a otro integrante de la familia. Porque es así, una vez que le das amor a una mascota, necesitas que ese amor siga creciendo. Pero pasaban los meses, el trabajo de ambos parecía complicarse, viajes, obligaciones y la búsqueda de un nuevo perrito parecía quedar atrás. Pero luego entendimos que quizás no era tanto por el duelo, como por esperar por "el indicado".
Ya entrando en el tercer trimestre del año, mi hermano y mi cuñada pusieron en serio manos a la obra: decidieron adoptar un perrito y para esto, se inscribieron en cuanto grupo, página, clasificados y lista de adopción de perritos existía en el camino. Dicen por ahí que si quieres algo en serio, es buena idea gritarlo al universo, pues ellos lo hicieron y las oportunidades empezaron a llegar.
Ellos son muy amantes de los perros, y aunque conocen de razas como ninguno, la verdad es que su corazón les decía que tenían que adoptar. Porque es la oportunidad de darle amor a un ser que muchas veces la gente deja olvidados. Y cuando adoptaron a Ramiro, conocían a sus padres, así que sabían más o menos como saldría el quiltro. Claro, físicamente, su personalidad única fue una mezcla de sorpresa y de amor que le dio esta pareja. En este caso, les tocaba adoptar a ciegas ya que muchas veces les mandaban fotos de perros pero sin saber nada de ellos.
El problema del que ama los perros es que los ama a todos, y cualquier persona con casa puede convertirse en un "viejo loco de perros" (como lo hay de gatos), y antes de caer en la tentación de llevarse al primero que les pasara por el frente, y por el hecho de vivir en un departamento -donde es mejor tener un perrito que se sienta cómodo en ese espacio- se tomaron su tiempo. Y es que mi hermano buscaba esa conexión especial, algún perro que realmente le hablara.
Ese perrito hablador llego en forma de foto al teléfono de mi cuñada. Le mandaron por whatsapp un aviso de un perrito flaquito con cara de película (en serio) que buscaba hogar. Mi hermano y su señora se emocionaron, se decidieron y llamaron para buscarlo. Cuando les respondió la chica del aviso les dijo que ya era muy tarde: el perro ya tenía hogar. No quedaba otra que resignarse y seguir en la búsqueda.
Pasando unas semanas del episodio, llega al teléfono de mi cuñada otra foto de un perro en adopción, "extrañamente parecido" al primer perrito que le pusieron el ojo. Será un hermano? Será que están usando la misma foto para embaucar a las personas? Trataron de poner las dudas de lado y contactaron a la chica para ir a ver al "individuo". Recuerdo que mi hermano estaba en mi casa esa tarde esperando que su esposa lo buscara. Todavía no estaba convencido, parecía estar dudando de que el perrito que iban a ver fuese el de la foto, y tan parecido a aquel que ellos ya habían querido llevar a su casa.
Como guión de película romántica (de perros) cuando llegaron a buscar al perrito, ¡se dieron cuenta que era exactamente el mismo perrito con el que se habían entusiasmado un tiempo atrás, al que llegaron tarde a buscar!. La chica que lo adoptó no podía quedárselo (en su edificio se lo prohibieron) y con todo el dolor del mundo, debía ponerlo otra vez en adopción. Y pues como el destino actúa de maneras sospechosas, la información le llegó a mi hermano y por fin se llevó a su casa el perro con el que había hecho conexión.
Y lo de la conexión es totalmente verdad: Desde que llegó a la casa, no se separó de mi hermano y mi cuñada. Se llama Temujín (el kan de kanes), es chiquito, flaquito, con manchas de esas adorables regadas por el cuerpecito. Es contento, corredor, amistoso con otros perros y tiene una carita de esas que te hace decir "ahhhhhhhh" cada vez que lo miras. Yo ando encantada con mi nuevo sobrino y mi hermano, por supuesto no cabe de la felicidad.
Ya Temujín tiene un mes en la casa y mi hermano anda en la fase amor: no trabaja, no sale, no hace nada para pasar tiempo con su nuevo compañero. Es ahí cuando uno dice que si hay una conexión especial entre perros y humanos, y que la espera y el duelo, valieron para darle paso a esta nueva etapa.
Temujín es de verdad, el rey de la casa.
No compres, adopta.