A muchos les gustaría visitar Asia por su cultura, por la gastronomía, los paisajes exhuberantes, la arquitectura tan especial, etc. pero probablemente, una de las cosas que más atraiga de viajar a esos lugares es poder dar un paseo sobre un elefante. ¡Muchos hemos soñado con estar cerca de un elefantito! Y qué mejor manera que dar un paseo sobre uno de ellos. En estos países es muy común utilizar a los elefantes como medio de transporte y como atracción turística, pero los turistas ignoran lo que se esconde tras estos aparentemente inocentes paseos.
Debes saber que, muy lejos de lo que podrías pensar por su gran tamaño y aparente fuerza, los elefantes no están hechos para soportar cargas tan pesadas ni para ser animales de transporte (¿y cuál lo está en realidad?). Detrás de lo que parece un inofensivo paseo, se esconde una vida de tortura y dolor.
Los elefantes utilizados para pasear turistas, por lo general tienen menos de diez años, por lo que su columna y su cuerpo aún no está completamente desarrollado ni apto para soportar mucho peso. Las sillas que se ponen sobre ellos pesan alrededor de 150 kilos y a eso se debe sumar el peso de cada pasajero. Como consecuencia, los elefantes sufren de problemas en su espalda, piernas y patas y enfermedades como la artritis. Pero eso no es nada.
El proceso de adiestramiento es muy cruel. Primero, el elefante bebé es separado de su madre y del resto de su familia, quienes comúnmente son asesinados, y es encerrado en pequeñas jaulas donde apenas tiene espacio para moverse. Es privado de alimento, de agua, de luz y de contacto con otros elefantes. Debemos recordar que los elefantes son seres sociales por naturaleza, necesitan unos de otros y en su hábitat natural son capaces de tomar hasta cien litros de agua diaria, además de pasar hasta 18 horas alimentándose de bambú y otras hierbas, lo que claramente no pueden hacer en cautiverio.
Durante su entrenamiento, llamado ¨pajaan¨, son golpeados con ganchos metálicos en zonas especialmente sensibles para ellos, como los ojos y detrás de las orejas. Así, el domador logra ¨despojarlo de su alma¨ y convertirlo en un ser temeroso y sumiso que hará cualquier cosa que le pidan por miedo, no por otra razón.
Cuando el elefante ya se encuentra listo, es decir, doblegado, se le colocan estas grandes y pesadas sillas en su espalda y comienza su trabajo de por vida paseando turistas. Muchas veces les mantienen las sillas atadas aunque no estén trabajando y las gruesas cuerdas les causan llagas y heridas que se les infectan causándoles graves enfermedades que muchas veces terminan en su muerte. Se estima que cada año mueren cientos de elefantes a causa del entrenamiento o de enfermedades derivadas del fuerte trabajo que son obligados a realizar.
¿Qué podemos hacer?
Como turistas, tenemos en nuestras manos el poder para erradicar esta horrible práctica que lleva años realizándose en Asia y en algunos países de África. ¿Cómo? Muy sencillo, simplemente no pagando por estos servicios. Hoy en día hay muchas opciones para estar cerca de estos maravillosos mamíferos sin afectar su salud ni condenarlos a una vida de penurias. Hay muchas asociaciones encargadas de proteger a los elefantes que podemos visitar en nuestro viaje a Asia, como el Elephant Nature Park. Estos santuarios se encargan de cuidarlos y proteger su especie que debido a la explotación y a la caza furtiva se encuentran en peligro. Siendo turistas responsables e informados podemos lograr una gran diferencia en el presente y el futuro de estos preciosos animales. Si amas a los elefantes, no contribuyas a su sufrimiento.