Los comienzos de la historia de Tuffy son tan terribles que impresionan. A sus apenas 6 semanas de vida, Tuffy mordió el celular de quien era su dueño en ese entonces. Éste, indignado, le vertió una olla de agua hirviendo y luego lo lanzó del cuarto piso. Por increíble que parezca, Tuffy sobrevivió a todo eso, gracias a una mujer que iba pasando por ahí y que no pudo dejarlo.
Yan, la mujer que lo rescató, lo llevó inmediatamente al veterinario. Durante dos semanas, intentaron hacer lo mejor para salvarlo, pero veían que no mejoraba. Entonces, Yan tuvo la iniciativa de acudir a Animals Asia, una organización especializada en el rescate de osos luna de las espantosas granjas de bilis.
Emily Drayton, veterinaria de Animals Asia cuenta que “como veterinario, estás expuesto a ver casos de maltrato y negligencia. Es algo a lo que nunca te acostumbras. Aprendes a dejar tus emociones de lado y a enfocarte en lo que tienes que hacer. Pero cuando vi a Tuffy, quedé completamente shockeada. No podía parar de llorar, jamás había visto a un animal sufriendo de esa manera.”
Nadie podía creer cómo el pequeñito había sobrevivido. Y como vieron que sus ganas de vivir eran tan grandes, se juraron hacer todo lo posible para salvarlo. Tuffy estuvo vendado durante meses. Sus codos y rodillas estaban fusionadas, y ni siquiera podía cerrar los ojos al dormir, porque la piel se le había recogido.
Pero un milagro sucedió, y Tuffy comenzó a recuperarse. Le empezó a crecer pelo, y corría y movía su cola cada vez con más vigor, especialmente cuando Yan lo visitaba. Finalmente, llegó la hora de irse a casa.
Su pelaje en algunas partes nunca volvió a crecer, pero Yan lo disimula con simpáticos chalecos para cubrir sus pelones, y para que no pase frío. Tuffy hoy es feliz y amado, y volvió a confiar. Es la lección más grande que nos entregan siempre los animalitos: ellos jamás sienten rencor, porque solo son capaces de amar.
Este es el video de la historia de Tuffy: