Seguros de sí mismos, tranquilos y siempre alerta, son algunas de las cualidades claves del Dogo de Burdeos. Proveniente de los mastines orientales, estos perros acompañaban a las hordas bárbaras, aunque finalmente los celtas fueron los que se apropiaron de la raza y los adiestraron para cuidar sus tesoros y cazar. Sin embargo, fueron su gran tamaño y poder, las características que hicieron que seleccionaran a este canino para luchar con osos, toros y cuidar casas y grandes castillos.
Respecto a su temperamento, los ejemplares de esta raza tienden a ser equilibrados y muy buenos guardianes: el Dogo de Burdeos prefiere vigilar sigilosamente antes de ladrar y atacar a un desconocido. Son muy cariñosos con sus amos y se adaptan a cualquier entorno, mantienen una actitud reservada ante los extraños y muy pocas veces actúan de forma espontánea. Son la compañía perfecta para niños y familias, aunque los expertos recomiendan supervisar la relación porque son muy celosos con sus amos.
Este can posee una gran fuerza y una cabeza muy abultada, es reconocible por una serie de pliegues que adornan su piel. Su hocico es corto y potente, acompañado de una fuerte dentadura. Su cuello es bastante corto y debajo de él, se abulta una particular papada que le otroga la apariencia similar a la de los perros Molosos.
Siendo considerada como una raza dominante, se recomienda adoptar una hembra a quienes tengan problemas con ejercer autoridad, puesto que el macho es más difícil de adiestrar. Si cuidas bien de su salud, le brindas el cariño y constante actividad física requerida por el can, este perrito puede acompañarte durante sus dos décadas de vida estimadas, puesto que son muy adaptables al clima y las experiencias de vida.