A Paloma la tuvimos por 11 años, y en el transcurso de tiempo que estuvo con nuestra familia fuimos felices con ella y ella con nosotros, sin embargo, tuvimos que vivir 3 meses espantosos: fue cuando se perdió.
Los primeros dos meses de su desaparición la pasamos entre lágrimas, culpas y salidas de tarde a buscarla en auto o a pie, incluso el resto de nuestra familia nos colaboró y se hacían parte de estas rondas. Mis tías, que eran taxistas, siempre nos llamaban cuando veían a alguna perrita que se pareciese a ella, pero cada vez que íbamos resultaba que no era nuestra Paloma.
Al tercer mes de esta tortura, y cuando ya dábamos por perdida a “la gorda”, una de mis tías nos llamó y nos dijo que a unas cuadras de nuestra casa vio a la Paloma, flaca, fea, y que la hacían llamar “Rafaela”. Con una luz de esperanza mi mamá y mi hermano partieron al lugar y se dieron cuenta que esa perrita mal cuidada ¡sí era nuestra Paloma! por lo que le tiraron una frazada encima y “la raptaron” (convengamos que esos segundos dueños la habían quitado primero y no le estaban dando ni un mínimo cuidado).
Al llegar a la casa Paloma ya no era la misma: estaba desnutrida, le faltaba pelo, tenía quemaduras en su piel y al más mínimo movimiento de una mano, se escondía por temor a que le pegáramos.
Nuestro dolor como familia fue inmenso, teníamos rabia porque se nos había perdido, pero más pena teníamos aún por ver como estaba nuestra Paloma: traumada de tantos maltratos.
Los primeros días Paloma dormía en un rincón escondida y nos acercábamos solo para darle la comida. Con el paso de los días se fue relajando, nos fuimos acercando y se dio cuenta que nosotros no queríamos dañarla, al contrario, solo queríamos que recordara que éramos la familia que tanto la amaba y que la buscó por meses.
Nosotros creemos que Paloma eventualmente nos recordó, y finalmente volvió a ser la de antes: una perrita feliz, que paseaba, que le gustaba comer cositas ricas y sobretodo que amaba recibir el cariño que un integrante perruno merece en una familia. Como consejo puedo decirles que jamás su perro o gato debe andar sin su plaquita identificatoria, quizá en nuestro caso Paloma fue robada, pero muchas veces sucede que los perritos se arrancan, y teniendo su placa con nombre y teléfono, será mucho más fácil recuperarla.