Los gatos son animales maravillosos. Su dualidad de carácter, independiente pero a la vez cariñoso, hace de ellos unas mascotas ideales para alguien que quiere y necesita compañía. Mi historia con los gatos comienza en mi niñez.
Desde muy pequeña comencé a tener animales y mi primera mascota fue un gato llamado MININO. Minino, un gato negro con blanco con unos ojos verdes maravillosos llegó a nuestra casa muy pequeño, tenía unos dos meses. Si bien a todos nos gustaban los animales, cuidar un gato era algo novedoso ya que era nuestra primera experiencia con un lindo y tierno felino.
Muchas dudas surgieron, ya que este gatito casi desde el primer día que llegó a la casa comenzó a trepar los árboles, recuerdo que teníamos terror que no regresara a la casa si se iba, por ello, no lo dejábamos salir al patio y si salía, siempre era con supervisión. Alguien nos comentó que ponerle aceite en las patas evitaba que trepara los árboles, este dato nunca resultó!!!. Recuerdo haberlo desparasitado cuando era pequeño, pero luego no lo hicimos más, se nos olvidaba o simplemente en esos años, nadie llevaba a sus mascotas al Veterinario y la verdad nosotros tampoco (gran error!!!).
Siempre le dábamos leche y le encantaba, pero lo que le fascinaba por sobre todo era tomar agua siempre fresca directo de la llave, nunca tomó de un plato. No utilizaba caja de arena, ya que salía al patio y era muy limpio, jamás ensució dentro de la casa, este comportamiento lo tenía incorporado, ya que nadie se lo enseñó. los gatos son limpios por instinto, pero esto lo aprendí ya grande, en ese momento para mi era una característica singular de mi gato.
Cuando salíamos de vacaciones, una vecina lo alimentaba y cuando llegábamos gritaba de emoción y felicidad. Nunca olvidaré esos momentos. Y así Minino, fue creciendo, pero junto con ello comenzó su adolescencia y carácter felino típico, salía en las noches, peleaba con otros gatos, etc. Todo esto complicó sus cuidados y era casi inevitable evitar que ocurrieran. Lamentablemente esto determinó que un día no regresará más a la casa, siempre mantuve la esperanza de que alguien lo hubiese llevado a su casa, pero la verdad dudo que así haya ocurrido.
Definitivamente el no hacernos asesorar por un Veterinario influyó en muchas cosas, con el tiempo supimos que si lo hubiésemos castrado habríamos minimizado su comportamiento nocturno y peleador. Un mayor control en sus vacunas y desparasitaciones habrían disminuido la presentación de ciertas enfermedades y evitar la transmisión de enfermedades a los humanos es siempre una responsabilidad que debemos adoptar. La cantidad de cosas que uno simplemente omite por la propia ignorancia determina el tipo de vida de una mascota. Minino fue mi primer gato, cometimos muchos errores en sus cuidados, pero esta experiencia nos orientó y aprendimos.
Después de un tiempo, ya superada la pérdida, fuimos a un refugio de mascotas y adoptamos otro gato, esta vez uno atigrado, no tan peludo pero igual de hermoso…lo llamamos Minino Segundo. Esta vez todo fue diferente. Las visitas al Veterinario fueron recurrentes, lo castramos y vivió mucho más tiempo junto a nosotros ya que sus nocturnas salidas casi no se presentaban, como olvidar sus ronroneos y momentos de acicalamiento. Definitivamente las emociones vividas solo serán compartidas por un amante de los gatos. Ahora de adulta, no he vuelto a tener gatos, principalmente asociado a que mis perros no los toleran, pero mis Mininos tienen un lugar especial en mi corazón.
Lamentablemente muchas veces la falta de asesoramiento nos llevan a cometer errores con nuestras mascotas, pero lo importante es aprender de ellos y evitar volver a cometerlos. En los tiempos actuales es casi imposible no tener un Médico Veterinario de cabecera, pero el estudio personal, informarnos y aprender de nuestras mascotas puede ser determinante en el desarrollo y calidad de vida para ellas.