Antes de contarles la historia del piquero del siglo de mi perro Wappo, un pastor alemán, contextualizaré la situación. Erase una vez hace muchos años atrás cuando se acercaba la fecha de mi cumpleaños, y yo quería tener una mascota, ya que mis hermanos tenían una basset, y consideraba injusto no tener mi propio perrito, por lo que mi padre me llevó a comprar a mi can.
La basset, ya era viejita, y cuando llegó este cachorro a la casa, lo adoptó como si fuera su hijo...jugaban, se peleaban, mi Wappo le tiraba las orejas a Princesa, y así iban los días y las noches en el patio de la casa.
Al pasar cerca de un año, y descubrir varias cualidades bromistas en mi perro, pero que sobre todo era fanático del agua y la piscina, llegaron las vacaciones de verano, y junto a mi familia viajamos fuera de la ciudad, con ambas mascotas, no las íbamos a dejar solas si son parte de la familia, y llegamos a unas cabañas cerca de Las Termas de Chillán; ellos felices jugaron y recorrieron el lugar, que dicho sea de paso tenía piscina.
Un día estamos tomando sol, y ellos sentados al borde la piscina refrescándose, cuando....el Wappo se movió estratégicamente hacia otro sector, y comenzó a bordear la piscina hasta llegar tras la Princesa, se sentó y acomodó tras ella, a nadie le llamó mucho la atención porque solían tener esa relación de madre e hijo...sin embargo, el pequeño pastor alemán cambio su posición al estilo militar de punta y codo, y poco a poco comenzó a mover a la perrita, empujándola.
En un abrir y cerrar de ojos, la pobre Princesa había caído al agua, con toda su humanidad, era una perrita relativamente gorda, ya que por sus años era poco lo que se movía y como estaba perdiendo la vista menos....lo malo es que la pobre no sabía nadar y comenzaba a hundirse, flotaba a penas; entre risas y desesperación un amigo de mi padre que vacacionaba con nosotros se lanzó a rescatarla.
La Princesa tuvo un rescate de película, salió cuál protagonista de culebrón romántico desde las aguas, se secó dignamente sin salpicar a ninguno de los humanos presentes y fue nuevamente a sentarse al lugar donde estaba antes de ser arrojada a la piscina, pero para su sorpresa, estaba ocupado por el Wappo. Muy digna se sentó a su lado, y espero hasta que se quedará dormido, y atacó....se preguntarán cómo lo atacó, pues bien, lo arrojó al agua...
El pobre Wappo no se esperaba esta reacción, sorprendido cayó al piscina casi en cámara lenta, pegándose un gran piquero, el que lo mantuvo un par de segundos en el fondo de la piscina. Pero como este pastor alemán se las traía salió a flote rápidamente y comenzó a nadar por todo el radio de la alberca, hasta salir cuan nadador profesional por las escaleras; se sacudió, se secó y fue nuevamente a sentarse al lado de la Princesa, esta vez para descansar.
Pero las risas de todos los presentes, no paraban, y Wappo debía bajar su cabeza y sus orejas cada vez que las escuchaba, aprendió la lección de que no es necesario hacer bromas, porque se te pueden dar vueltas, como aquella que dice el dicho "fue por lana y salió trasquilado".
A los pocos meses y ya devuelta en casa, la Princesa murió, y el Wappo no se despegó nunca de su lado durante su agonía, al punto de cuando iba a ser sepultada no dejó que nadie se acercara, y hubo que encerrarlo y doparlo para poder llevar a cabo los funerales de la perrita; y la anécdota de la piscina y el piquero del siglo pasó a formar parte de aquellas historias que en más de alguna cena familiar se recuerdan, hasta el día de hoy.
El Wappo siguió creciendo, vivió muchos años más y siempre fanático de la piscina, de tirarse a ella desesperado a rescatarme cuando nadaba bajo el agua, y amante de los chocolates y cosas dulces; hasta que llegó el momento de decir adiós, no teniendo una vida exenta de muchas otras anécdotas más como cuando fue secuestrado y logró liberarse llegando a la casa flaco y con marcas en sus pies de cuerdas y amarras.