Muchas son las sensaciones que podemos sentir cuando jugamos con los perros. El juego, es un momento ideal para compartir, demostrarles nuestro cariño y divertirnos. Se nos olvida que somos adultos, se nos olvida que somos personas y nos dedicamos a pasarlo genial.
Quienes sentimos que nuestra relación con los perros es una relación de amistad, vemos en el juego una oportunidad de esparcimiento. Se trata de un momento liberador en el que podemos revolcarnos en el pasto, mojarnos en la playa y correr a empujones de una forma que, por convenciones sociales, no podríamos realizar con nuestros amigos humanos.
De esta forma, el momento de jugar, además de ser divertido y enriquecedor en la relación que tenemos con los canes, es también un momento de romper con la monotonía, de ejercitarnos, de sacar nuestro lado infantil que muchas veces mantenemos dormido, para entregarnos en una de las relaciones más sinceras que podemos mantener, pues el afecto de los perros es desinteresado.
En mi experiencia, cuando el momento de jugar acaba, me quedo sentada o recostada junto a mi perra, descansamos y nos regaloneamos. Ella me mira y me lame las manos, entonces me invade una sensación de relajo y cariño muy intensa, producto de los buenos momentos que paso junto a ella, donde las ideas y preocupaciones quedan de lado, dejando lugar a las sensaciones placenteras del juego y el afecto.
Por eso jugar con mi compañera perruna, es una de las mejores sensaciones que tengo, donde me dejo invadir por una sensación de libertad y alegría. Y ustedes ¿que sienten al jugar con los perros?
Imagen CC Jose Ramón Torres López