Lo encontraron cruzando una avenida tenía apenas un mes y algo de edad, se lo llevaron a casa para cuidarlo después de ver que no estaba ni su mamá ni posibles hermanos cerca, pero no podían quedarse con él y decidimos adoptarlo. Su primer maullido me conquistó por completo, era pequeñísimo y le gustaba mirarlo todo. Sé que hay una razón científica para amar a los gatos, pero era inevitable adorarlo, todo para él era un juego, todo le llamaba la atención y necesitaba ir a inspeccionarlo. Este era un mundo lleno de cosas por descubrir y explorar, así que lo recorrió todo y encontró sus lugares favoritos. Uno de ellos, fue el que escogió para dormir, un libro antiguo de recetas que heredé de mi madre.
Comenzó a crecer y pronto nos dimos cuenta que el Tao era algo diferente a los gatos que habíamos conocido, si bien nos robaba comida como hacen casi todos, sobre todo aquélla que un gato nunca debe comer, él lo hacía de una manera diferente: abriendo el refrigerador. Creo que todo partió porque descubrió la forma de abrir el ventanal, luego las puertas del clóset, los cajones de la cocina y del mueble de la entrada, talvez, miro esa cosa donde tienen la comida y se decidió a intentarlo hasta que pudiese abrirla. Lo logró.
Cuando este loquillo quiere dormir, adivinen ¿qué hace? Se cuela dentro de nuestros bolsos, se mete dentro de la cama o se desliza por debajo de una manta. No está en el pedir permiso, hacer un ronroneo o maullido para indicar que se quiere introducir entre medio de todo, simplemente lo hace y después lo encuentras en las posiciones más peculiares. Ya me acostumbre a que se siente a mi lado cuando lavo la loza o me lavo las manos o que mire cuando alguien se está duchando, pero el Tao no está mirando a la persona, lo que le obsesiona es el agua. ¡Le encanta! Y no le importa quedar todo mojado por estar jugando con ella, le buscamos las rayas pero tigre no es y no sabemos si él lo tiene claro. La da igual, el agua es uno de sus amigos imaginarios con los que siempre quiere estar, la busca y hasta corre cuando escucha abrir una llave.
Y si bien, ya nos quebró como 7 vasos, 2 figuritas, se comió las hojas de como 5 plantas distintas y nos asusta para que le demos atención. Nos persigue, se nos lanza encima, nos salta a la espalda, nos toca y sale corriendo. Busca lugares donde, según él, pasa desapercibido para acecharnos y luego salir de pronto para darnos un buen susto o un mordisco. También es un tremendo ronroneador, que gusta de hacer cariño y acompañarnos cuando estamos en el computador. Su presencia a ratos tierna, dulce, cariñosa y también, inquietante, desordenada, destructiva incluso; llena todo el espacio. Toda la casa se siente llena de él, que es dueño sin que lo queramos del lugar y se apropia del mismo, compartiéndolo con nosotros. Aun así, lo amamos. Después de todo, lo más importante no es que sea un gatito bueno todo el tiempo, si no que sea un gato feliz. ¿O no?