El rescate en perros y gatos, afortunadamente, cada vez es algo más común. Sin embargo, el animal que rescató mi hermana resultó ser un poco más insólito. Hace algunas semanas, Roxana encontró un pez en una bolsa con agua tirado en las calles de Concepción. Al percatarse de que algo se movía y chapoteaba dentro del plástico, mi hermana lo tomó cuidadosamente y lo escondió dentro de su mochila.
Durante el viaje en el microbus, revisaba cada cierto minuto para ver si seguía vivo. Llegó a casa y nos lo mostró. No sabíamos que hacer: no teníamos acuario, no sabíamos cuidar un pez ni tampoco le teníamos alimento. Fue entonces cuando, improvisadamente, buscamos con contenedor de plástico y lo llenamos de agua.
Al siguiente día lo llevamos en el mismo recipiente a la oficina de una veterinaria. Ella nos recomendó regalarlo a una persona que era especialista en peces y disponía de todos los materiales para cuidarlo. Se lo dejamos en el mismo contenedor y nos regresamos a casa.
Al tiempo mi hermana le mostró la fotografía del pez a un amigo y este nos informó que se trataba de un Koi. Un pez conocido por sus características orientales y su fama por traer "suerte" a quienes se lo tatúan en el cuerpo. Luego, pese a que no estamos de acuerdo con el comercio de animales, nos enteramos que costaba al menos 20 mil pesos.
En una visita a la veterinaria (en donde llevamos a nuestro gatito Fufy que estaba resfriado), ella nos contó que el hombre nos había buscado para mostrarnos como estaba el pez. En un mensaje de agradecimiento, nos contó que efectivamente era un Koi y lo había llamado "Chino". Que si queríamos nos lo devolvía; era tentador, pero realmente no teníamos las condiciones ni la experiencia para cuidarlo. La veterinaria nos enseñó unas fotos y este hombre llamado Álvaro, tenía una casa llena de acuarios.
Luego de ello, nunca más supimos del particular Koi que chapoteaba en la bolsa, al menos estamos segura que aquel coleccionista de peces lo debe cuidar más que bien.