Me declaro una CatLovers y se lo debo a mi gato Pepe. Bueno que también lo llamo Pepito, Pepino, Pepín… todos sus nombres parece gustarle. En mayo de este año, cumplió 11 años. Llegó a casa cuando tenía meses de vida. Lo dejaron abandonado a los pocos meses de vida, se veía tan pequeño y vulnerable. No dejaba de maullar fuera de mi ventana. Hasta que luego de un día, no aguanté. Decidí entrarlo y hacerme cargo de él. Como no había tenido gatos antes, le daba arroz y leche. Parecía feliz. Así que pasó rápidamente de dormir en el patio, a dormir en su propia pieza.
Pepito se fue ganando un espacio súper rápido. Mi papá, que era el más reacio a tener mascotas, poco a poco lo fue aceptando. Hasta que incluso, se lo lleva a la cama para que se acueste con él. De a poco fue mostrando sus peculiaridades. Una de las más graciosas ocurrió durante un almuerzo. Teníamos invitados a todos los tíos y primos, además, era la primera vez que Pepe se daba a conocer en sociedad. Todo bien, el almuerzo iba muy bien encaminado. Y, a esas alturas, Pepe era el rey de la fiesta. La comida duró una hora, y Pepito no aparecía por ningún lado. Comenzamos a buscarlo por todos lados y ahí estaba. Sobre la mesa de la cocina, masticando una zanahoria, tal cual como lo haría un conejo. Todos se largaron a reír. Y me preguntaban: ¿Estás segura de que es un gato y no un conejo? Pepe nos miraba desconcertado.
Esa fue la primera vez que Pepe se robaba la película. Y cuando yo pensaba que era su única gracia, llegó una nueva curiosidad. Un día, me sentía cansada y algo estresada. Estaba en plena práctica profesional y me sentía con los nervios en todos lados. Decidí hacerme un té de melisa. Lo dejé reposar un buen rato y me la serví. No pasaron ni dos minutos y Pepe saltó sobre mí. Yo no entendía qué quería, pero él insistía en oler mi taza, como queriendo tomar. Estaba tan caliente el agua, que esperé enfriar un poco y darle. A penas le dejé un poco, se abalanzó y comenzó a frotar su hocico, una y otra vez. Se tiró al suelo y empezó a mover su cuerpo locamente. Me dio tanta risa, porque lo encontré raro. ¿Un gato adicto a las hierbas de té?
Lo mismo pasa con la hierba mate o el té de menta. Así es que cuando invitamos a gente y estas toman alguna infusión, debemos alejarlo. Él fue muy bien educado, por lo tanto, no se tirará sobre un extraño. Pero sí se queda muy cerca y mirando fijo. De alguna u otra manera, presiona para que le compartan un poco y espera llamar la atención.. Sus locuras no llegan ahí. Porque este es el único gato que conozco que no disfruta con las comidas en lata. Sí, esas mismas que los gatos adoran porque traen pedazos de carne. Pepe las odia, no soporta que le ponga esa comida sobre la que tiene en su platito. Lo peor de todo, es que le regalamos una en su cumpleaños número 5. Él, muy indignado, olió la comida y salió corriendo. De ahí en adelante, jamás le volvimos a comprar una lata. Entendí que hay muchas cosas que los gatos odian de los seres humanos.
Como pueden ver, Pepe es tan especial. Pero por sobre todo, es especial porque ha sido un gran compañero de vida. Por eso mismo, nosotros lo mantenemos con todos sus cuidados, ya sea vacunas, comida especial y mucho, mucho amor. Este punto es clave, porque hacerse cargo de una mascota, es más que darle amor. Es mantenerlos saludables y estables. Yo espero que mi Pepito tenga una larga vida y una buena vejez. Para eso, estaremos junto a él, como él ha estado con nosotros.