La siguiente historia pretende generar conciencia entre los dueños de mascotas que deciden traer un nuevo perrito a la casa, sobre todo cuando el que ya tienen, es de edad avanzada. Es el caso de "Pillín", quien hasta los 12 años vivió junto a sus amos, hasta que llegó un cachorro y decidió partir.
Pillín era un perro alegre, de raza San Bernardo, grande e imponente. Vivió su vida muy feliz y tranquila, porque era el centro de atención en su hogar. Sus amos habían decidido no tener hijos por una opción muy personal, así es que desde que lo obtuvieron, lo recibieron como ese hijo especial y querido. Tenía todas las regalías y era un perro muy mañoso. Lo que quería, siempre lo conseguía. Le aceptaban todas las travesuras que hacía, incluso, una vez le rompió el pantalón regalón a su amo, que solo tenía 1 mes de comprado. Sin embargo, se llevó nada más que un simple reto.
Era fanático de las galletas. Y al demostrar que le gustaban tanto, sus amos lo privilegiaban siempre con una que otra. Para ellos, todo lo que Pillín hacía era una gracia y como tal, se lo celebraban siempre que podían. Una vez, al amo se le ocurrió que aprendiera a saltar obstáculos. El problema, es que Pillín era muy flojo y le cargaba moverse. Al comienzo lo hacía solo porque sabía que recibiría una galleta de premio. Después, cuando ya se aburrió, miraba de lejos y se sentaba como si no le importara nada.
Pillín era tan amado. Sus dueños vivían en una casa más pequeña. Un patio que no era acorde al tamaño que comenzó a alcanzar Pillín. Un buen perro San Bernardo necesita un espacio importante para trasladarse. Sus amos lo entendieron y se cambiaron de casa a un lugar donde Pillín se sintiera libre y cómodo. Como puedes ver, su vida había sido muy buena, hasta que comenzó a envejecer y cada vez se movía menos. Solo se paraba para recibir las preciadas galletas.
Esto empeoró con la llegada de un nuevo perro a la familia, era un cachorro que recogieron de la calle. Como buen perro pequeño, lo único que quería era divertirse y correr por todos lados, cuestión que no le agradó a Pillín que ya tenía 12 años y con suerte se paraba. El nuevo perro dedicaba gran parte de su día a molestar a Pillín. Daba brincos por su guatita o a veces le mordía las orejas. Sus dueños entendían esos gestos como juegos, pero no se imaginaron que esa conducta estresaba a su antiguo y fiel perro. No duró ni un mes con el perro nuevo, fue empeorando cada vez más, hasta que decidió partir. Por su cuenta, porque lo encontraron en el patio, durante la madrugada y ya sin respirar.
Esta historia muestra que los dueños deben ser hábiles al momento de compartir sus vidas con perros. Depende del perro, porque al igual que los niños, se ponen celosos cuando llega otro. Más aún cuando ya son viejitos y sólo necesitan tranquilidad. Así como Pillín, él quería vivir sus últimos días en paz y no pudo porque sus amos, a pesar del inmenso amor que le tenían, no entendieron que la vitalidad del nuevo cachorro, no era compatible con la vejez de Pillín.
A poner más ojo y a ser empáticos, todo por el bien de nuestras mascotas.
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Imagen CC Rubí Flórez