Mi perro es un pastor alemán de los grandes. Hace unos años cuando lo estaban entrenando, pasó por una unidad especial de defensa, en la que debía defender a mi papá de unos atacantes.
Estos atacantes, por supuesto estaban ultra protegidos con espuma por todos lados, si no, imagina ser mordidos por varios pastores alemanes.
Al día siguiente de este ejercicio de entrenamiento fuimos a la playa, a una de esas kilométricas que hay en el sur. Avanzando en la camioneta llegamos a un lugar en el que no había gente y nos bajamos a jugar con mi perro.
Después de varios minutos, vimos que estaba corriendo hacia alguien que venía caminado por la orilla de la arena. A medida que se acercaba, nos dimos cuenta de que era un mariscador que venía de vuelta con su bolsa, pero mi perrro se le estaba abalanzando encima.
Menos mal el señor atinó a meterse al mar y poner su bolsa con mariscos por delante para defenderse. Corriendo llegamos a calmar a mi perro. Y, afortunadamente, al pescador no le pasó nada más que un susto.
Y no es que mi perro fuera agresivo, simplemente el pobre confundió su sesión de aprendizaje del día anterior. ¡Tremendo susto que nos dio a todos!
Imagen CC Arturo