Roberta, es una amiga fanática de los animales. A ella le encantan las mascotas, de hecho tiene varias, pero fue Fito -un perrito que recogió de la calle- quien le robó el corazón por completo.
Dormían juntos, lo llevaba a vacacionar y se preocupaba de todos los detalles necesarios para que Fito estuviese bien y cómodo.
Así pasaron los años. Roberta creció con su perro, se apoyó en su amor en los momentos más difíciles de su vida, hasta que de pronto el perro enfermó y su ama temía que ese día, en el que nunca había querido pensar, había llegado.
"Mi Fito ya estaba viejito, tenía 12 años. Yo sabía que llegaría el día en que se enfermaría y moriría, pero cuando pasó me desesperé y no quería que su carita se esfumara de mi vida", cuenta Roberta.
Fue así como tomó la decisión de tatuarse a su mascota en una de sus piernas, para así llevarlo consigo toda la vida. Al principio su familia no estaba de acuerdo; pensaban que significaba quedar detenida en el dolor.
Roberta les explicó que era un tributo a su mascota, una manera de recordarlo y que así, Fito moriría sólo cuando ella lo olvidara; esa era la principal razón del tatuaje.
"Es mi manera de no olvidarlo y de agradecerle todos los años que pasó conmigo y me entregó su cariño incondicional", explica Roberta.
Por esto, a quienes tengan el sentimiento de incondicionalidad con sus mascotas, Roberta aconseja que se atrevan y se los tatúen ya que "es una hermosa forma de recordarlos siempre".
Imagen CC Alterna