Hace unos tres meses, una gata se instaló en el patio de mi casa. Era tan flaca que no podía ni pararse, parecía que buscaba un lugar cómodo para morir y no permitía que nadie se acercara a ella. Le dejamos comida en un rincón y de a poco empezó a comer. Todos los días pasaba a mirar si la gata seguía ahí e intentaba acercarme a ella, pero me rugía furiosa y no me daba ninguna oportunidad. Tenía miedo a despertarme un día y encontrar la gata muerta en el patio, pero afortunadamente pasó lo contrario... la encontré durmiendo en mi cama.
Después de pasar varios días comiendo apenas, la gata comenzó a caminar arrastrando su cuerpo para luego caminar como cualquier felino normal. Su recuperación fue rápida y también su acercamiento a los humanos y al resto de los gatos de mi casa. Pero junto con este acercamiento, vino la gran revelación: ¡sonaba como camión!
En serio, la gata suena igual a una bocina averiada de camión, ni siquiera se podría llamar maullido. Quizás esta particularidad de la gata sea la razón por la que no la recibían en ninguna casa, pero de alguna extraña manera me conmovió y dejé que en la noche entrara por la ventana para acostarse en mi cama (siempre y cuando lo hiciera callada).
Sus primeros nombres fueron naturales: 'camión', 'gato feo', 'allegada', pero como decirle de esa forma a una gatita enferma era muy feo, le comenzamos a decir 'Flaca', y así quedó. Y con su bienvenida oficial a la casa, comenzamos a buscar la fórmula para que dejara de maullar, porque no se calla nunca. Bueno, se calla cuando está sola pero una vez que la miras: "meeeeeeoooo" (no le alcanza para miau).
Nos dimos cuenta de que se mantenía en silencio cuando era completa y absolutamente ignorada o cuando alguien la tomaba en brazos y paseaba con ella, pero en cualquier otra situación no paraba de maullar. Incluso, ha estado hablándole a los gatos, mientras los otros se retiran indignados al pensar que es una especie de extraterrestre o algo similar.
Como no había forma de callarla, intentamos que aprendiera a maullar correctamente. Hicimos que pasara el mayor tiempo posible con los otros tres gatos que viven en la casa, para que le enseñaran a maullar. Pero estos gatos son su opuesto y rara vez maúllan, sólo cuando tienen hambre. Así que, lamentablemente, la Flaca jamás aprendió a maullar y en este momento está aquí desafiando mis nervios.
Pienso que quizá es un camión reencarnado, porque de verdad suena muy feo. O podría estar intentando comunicar algo que ningún otro gato sabe y por eso utiliza ese maullido tan horrible. Todo puede ser.
Pero no todo es malo. Por más espantosa que sea su voz, la Flaca es una gata maravillosa que amo, especialmente cuando está en silencio. Cada día está más gordita y con ese cuerpo colorín, sólo le faltan unos gramos para ser una gata de pasarela.
Es regalona, juguetona y cariñosa, y muy buena para conversar, obviamente. Es la única que no se sube a los sillones ni se mete a las ollas, seguro se porta tan bien porque lo que más quiere es quedarse viviendo aquí. Y como bienvenida a la casa, en unos días más le toca esterilizarse.
Si alguien es capaz de resolver el misterio de la Flaca sería genial, porque es incluso mejor que el del gato verde.
Imagen CC John Benson