La humanización de nuestras mascotas es un tema que se ha ido masificando, como consecuencia de una mayor conciencia sobre tenencia responsable. Podría decirse que es uno de los extremos de esta tendencia, que ha llevado - en casos muy exagerados - a vestir, peinar, casar (sí, en matrimonio) a perritos, gatitos, hurones y cuanto animal domesticado el humano ha querido humanizar.
El término empleado por especialistas se denomina antropomorfismo, que significa atribuir características y cualidades humanas a animales, objetos, etcétera. Entre alguno de los hechos atribuibles a esta visión distorsionada de nuestras mascotas, encontramos la nominalización, que es atribuir características de un personaje al animal, cosa que creo que a todos nos pasa. Cada perrito y gatito tiene su historia, que podemos contar como biografía si nos preguntan.
Otro punto es la atribución de cualidades cognitivas, motivacionales y emocionales a sus comportamientos, como por ejemplo, pensar que hizo tal o cual cosa “por tal motivo”, “porque se sentía de tal manera”, etcétera.
Ahora bien, lo fome de todo esto, que puede parecernos muy natural ya, es que hay una serie de riesgos asociados a esta visión de nuestras mascotitas. Conversamos con Fernando Sarmiento, Técnico Veterinario del Hospital Veterinario de Santiago (HVS), quien nos explicó un poco más sobre esta tendencia.
¿Qué riesgos corremos al humanizar a nuestras mascotas? Para nosotros el riesgo está en enfrentarnos y compartir diariamente con un animal desnaturalizado de su condición de animal como tal, ya que dejará de lado su condición para equipararse a la nuestra y competir por un espacio que no le corresponde.
¿Qué consecuencias tiene en ellos la sobrehumanización? Para ellos la consecuencia directa se refleja en cambios de conducta, que van desde la agresividad a la ansiedad, nada de lo cual implica un comportamiento sano y estable para ellos mismos.
¿Cuáles son los errores más frecuentes que cometemos? Como diríamos en Chilito, el "malcriarlos": dejarlos que hagan lo que quieren sin reglas, como por ejemplo, que coman en la mesa, que duerman en las camas, jugar con ellos de forma de pelea.
¿Qué patologías podrían desarrollar por esto mismo? Las patologías más comunes asociadas a esto, son el estrés, la obesidad por la mala alimentación, e incluso pancreatitis, ya que reciben nutrientes que no son los adecuados para ellos y que su organismo no tolera de la mejor manera.
¿Cómo enfrentar dichas patologías? Hay varias formas de tratarlas. La primera es la medicina normal, por ejemplo, en el caso de la obesidad, cambiar la dieta por un alimento light. Pero sin duda, la mejor forma de combatirlas es mediante la modificación de las conductas que las originan. Hay una rama de especialistas denominada etólogos, que estudian el comportamiento animal y que pueden guiarte en cómo manejar este tipo de situaciones. Y bueno, siempre está la opción de terapias naturales, como las flores de bach.
En resumen, lo ideal sería que tratáramos de llevar a un equilibrio la forma en que entregamos cariño y cuidados a nuestras mascotas, quitándonos la imagen mental de que son nuestros hijos y que son niños (por mucho que a veces creamos que lo parezcan), porque estamos alterando el equilibrio entre especies, algo que ellos necesitan para vivir en casa en paz con los demás animales de su manada (nosotros).
Imagen CC Pets Adviser