Hace unas semanas les contamos la historia de Bentley, el perrito de la enfermera estadounidense que se contagió de ébola, y que corrió mejor suerte que Excálibur, ya que fue protegido desde un principio por las autoridades, quienes descartaron sacrificarlo sin comprobar que el virus estuviera en su organismo.
Hoy, Bently está feliz en casa y con su dueña, Nina Pham, quien debió esperar el tiempo en que ambos estuvieron aislados, para poder reencontrarse con su mascota. "Gracias por cuidar de 'Bentley' durante los últimos 21 días, por cuidar de él como si fuera suyo y por mostrar al país que abundan la pasión y el amor", afirmó tras salir de su cuarentena.
Bently se reunió con su humana en el centro de cuidado de animales de Dallas, en Texas, Estados Unidos, y después jugaron en un parque. "Tras ser diagnosticada de ébola, no sabía qué pasaría con 'Bentley' o si tendría el virus", dijo Nina, asegurando que sintió "miedo" por el estado de uno de sus "mejores amigos".
La reacción de las autoridades estadounidenses, al declararse el virus en la enfermera, fue totalmente contraria al caso español del perrito Excálibur y la asistente de enfermería, Teresa Romero. En esa oportunidad, el alcalde de Dallas, Mike Rawlings, declaró que: "El perro es muy importante para la paciente y queremos que esté a salvo".
A partir de entonces, Bentley quedó en cuarentena y se le practicaron diversos exámenes médicos para confirmar que no había sido contagiado.
Al salir de su aislamiento, el can recibió una canasta con juguetes nuevos, porque los suyos debieron destruirse cuando se desinfectó el departamento de su dueña.
Afortunadamente hoy podemos contar un final feliz en la historia de Bentley ¡Compártela!
Fuente: La Nación
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