Nuestros peludos a diario nos llenan de cariño, langüetazos y juegos, por ello no siempre es fácil saber por qué en algunos casos pueden tener una actitud distante e, incluso, agresiva hacia nosotros. El mal humor de un perro puede deberse a muchas causas, como malestares físicos, mala educación y cambios de ambiente o dueño. Las principales son:
- Enfermedades que causen dolor: Un malestar agudo, puede convertir al más dócil y tierno peludo en una fiera. Nuestros amigos no pueden quejarse como nosotros y cualquier dolencia les afectará el ánimo, sobre todo si insistimos en hacerles cariño en alguna parte del cuerpo que les incomode. En casos como la artritis o la otitis, por ejemplo, los síntomas no son tan evidentes y un desaire injustificado de nuestro peludo, podría convertirse en una llamada de alerta para que lo llevemos al veterinario.
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Vejez: Perritos que ya superan los ocho o nueve años se convierten en verdaderos abuelos de cuatro patas y, al igual que sus mejores amigos - los humanos -, se ponen más irritables al no poder hacer las cosas que hacían antes, con la movilidad y rapidez a la que estaban acostumbrados. A ello hay que sumarle los achaques propios de la edad; dolores en las articulaciones, letargo, pérdida de audición y visión, entre otras. Por ello, lo mejor para nuestro amigo es respetar sus nuevos ritmos y dejarlos más tranquilos.
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Lesiones: Si se trata de perros activos o de trabajo - como perros policías o guías que tienen la costumbre de moverse mucho y cumplir con los incentivos que le da su amo -que de un día para otro se ven obligados a estar inmovilizados, lógicamente habrá una frustración que afectará el ánimo del perro.
- Cambio de vida: Se refiere más a un cambio de hábitat, que es lo que experimentan perros que provienen directamente de razas primitivas e independientes, como los Siberianos o los Akitas. En los genes de estos animales está el instinto de supervivencia y la necesidad primaria de libertad. Ejemplares de raza como el Chow- Chow, tienden a ser más gruñones por esa descendencia más directa del lobo, los que, por naturaleza, no están hechos para vivir en cautiverio.
- Perros mal educados: Cachorros y adultos pueden tener mal temperamento, debido a prohibiciones repentinas respecto de actitudes que el cachorro ya creía permitidas, por ejemplo, subir a las camas. Si de pronto se le prohíbe subir a éstas, se sentirá confundido y malhumorado, por lo que debemos tener en cuenta que todo lo que se les permita en el presente, no se les podrá prohibir en el futuro. Otros crecen sin el debido entrenamiento o demasiado consentidos, lo que los convierte posteriormente en un adulto indisciplinado y dominante.
¿Qué hacer entonces con un peludo malas pulgas? Pues buscar cuál es la razón de su enojo, ya que más de alguna cosa podría estar perturbándolo y en lugar de retos y lejanía, necesitará de toda nuestra comprensión.
Imagen CC Plumerio Pipichas